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La Unión Europea asume el signo de la consulta, pero avisa de que la adhesión no será más fácil

La organización acepta la votación debido a que la convivencia entre ciudadanos serbios y montenegrinos fue un experimento

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La Unión Europea asumirá los resultados del referéndum montenegrino, pero la aspiración subyacente en el voto de los secesionistas -adherirse a la Europa comunitaria con menos dificultades que de la mano de los serbios-, no es un objetivo que se encuentre a su alcance. Ni de la suya ni, muy probablemente, de la propia UE, cuyos modelos de cohesión interna y de expansión se encuentran sometidos a un profundo cuestionamiento.

A la Europa comunitaria, una Montenegro independiente de Serbia no le gustaba, pero se sabía llamada a transigir con esa situación en el caso de que llegara a producirse. Tras el dictamen del constitucionalista Robert Badinter, reconociendo el derecho de las repúblicas que constituían la ex Yugoslavia a escoger libremente su camino, Bruselas sabía que la convivencia entre serbios y montenegrinos era un experimento por las necesidades que resultaban de la experiencia de las guerras emprendidas por Milosevic. Montenegro aceptó ese vínculo con Serbia en 2002, entre otras cosas porque la Unión se lo pidió. Se trataba de ver si la convivencia era posible, pero la Constitución serbomontenegrina, que establecía un Estado de raíces muy tenues, contemplaba el referéndum para la secesión ordenada de la pequeña república.

Cuando Dujanovic planteó el referéndum, la Unión le exigió que fuera consensuado con la oposición. Pero determinó bastante más, porque ha definido la pregunta, las condiciones de la campaña, el acceso a los medios de comunicación y los umbrales (de participación y votos) para que fuera convalidada. Los umbrales fueron muy medidos. El resultado del 55,4% a favor de la secesión cuando el margen mínimo estaba definido en el 55%, demuestra hasta qué punto la UE era consciente de la realidad de Montenegro. El Consejo de Ministros comunitarios no considera que el 55,4% de votos a favor sea «poco más que la mitad más uno».

Proceso tutelado

La incorporación de la pequeña república al proyecto común requiere tiempo. Portavoces de la Comisión reconocían ayer que habrá que negociar un acuerdo de estabilización. Los montenegrinos pretenden conseguirlo poco después de Croacia, pero en el Consejo tal pretensión era tachada de fantasiosa. Montenegro es un Estado casi ficticio y su economía poco más que un intangible. El gran interrogante es el impacto que supondrá la votación del domingo para Kosovo, de mayoría albanesa.