ROCÍO DEL ALBA CASTRO EX EMPLEADA DEL HOGAR

«Me han llegado a obligar a limpiar el suelo de rodillas»

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Rocío llegó a España, procedente de Ecuador, hace seis años, dispuesta a encontrar «un sustento estable para los cinco niños que tengo». En Quito ejercía de jefa de mantenimiento en una empresa de microsistemas. Ya en Jerez encontró un empleo como «asistenta doméstica», pero «a pesar de que tenía mucha necesidad del dinero, me vi obligada a dejarlo a los seis meses porque la señora, una mujer muy tradicional, me humillaba y me vejaba constantemente». Rocío recuerda la insistencia con que su «señora» la obligaba a «limpiar el suelo de rodillas, diciendo que así era la única manera de que quedara realmente limpio». Cobraba 300 euros, y no podía marcharse de la casa hasta que «ella no me daba el visto bueno, aunque a veces se dedicaba a ensuciar una habitación después de que yo la hubiera limpiado, sólo para retrasar mi salida».

Cuando «la señora» enfermó, la forzó a quedarse con ella en el Hospital «explicándome que en España era normal que las asistentas hicieran ese tipo de labores sin pedir más dinero a cambio». Su agradecimiento se medía en insultos y vejaciones constantes: «Me llamaba ladrona, y me decía que los inmigrantes sólo veníamos acá a quitarles a los españoles el trabajo». Tras una fuerte discusión, en la que su «jefa» llegó incluso a empujarla contra una pared, Rocío abandonó el empleo. Insiste en que «no todos los casos son así, pero conozco a muchas chicas que tienen que aguantar de todo para mantener el trabajo».