La imagen de seguidismo caricaturiza al secretario de Defensa, al ministro de Exteriores y al jefe ejecutivo de BAE. / AP
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Las elecciones municipales señalan el tiempo que le queda a Tony Blair

Un sondeo muestra que el líder laborista es menos impopular que su Gobierno, que cae en picado El conservador David Cameron tiene un índice de satisfacción inferior al de Gordon Brown

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El día en el que según muchos medios de comunicación británicos Tony Blair afrontaba su Waterloo amaneció en Westminster con un sol radiante, con calor, con gran relajo después de un invierno tan largo y duro, y ofreciendo un respiro antes de que los británicos se refugien en la siguiente preocupación, la sequía.

El 2 de mayo de 1997, cuando Blair amaneció camino de Downing Street, convertido en un fenómeno político que había logrado una espectacular victoria electoral frente a un Partido Conservador, que había aparecido en muchas fases, desde 1979, como un partido ya imbatible para el Gobierno de Reino Unido, también era soleado.

Pero ahí terminan las comparaciones. Blair acudió ayer a su colegio electoral en Westminster con el pelo más delgado y canoso, con unas ojeras ya permanentes y con la mirada menos resplandeciente que en el pasado. Aunque aún conserva mucho vigor. Y a su lado Cherie ya no era la inocente y estudiosa Cherie sino la mujer que se gasta casi 10.000 euros en peluqueros cuando llegan las campañas laboristas.

Un sondeo de Mori para The Financial Times ilustraba ayer las sutilezas del cambio producido en casi diez años. El Gobierno laborista es más impopular que nunca, incluso entre sus propio votantes. Pero ni el líder laborista es la principal fuente del descrédito ni la amenaza del liderazgo conservador es tan grave.

La tarea de Cameron

Según el sondeo, el 29% de los encuestados se declara satisfecho con Tony Blair y el 64% insatisfecho. Al Gobierno en su conjunto le va peor que al líder. El 22% se declara satisfecho y el 68% lo contrario. Ese -46% en el diferencial de popularidad es el más bajo del Gobierno desde 1997.

Y se ha producido en las últimas semanas. En marzo, la impopularidad del Gabinete era algo más liviana. Por su parte, el ministro de Hacienda, Gordon Bown, eterno pretendiente al liderazgo laborista, era en marzo el ministro más popular, con un +14% en el diferencial. Se ha mantenido en la franja positiva siempre.

Contra ese extraño fenómeno político de un ministro que, desde el día en el que se forma el Gobierno, declara, en privado, que él quiere desbancar al primer ministro y que diez años después está en la misma situación y no ha perdido su popularidad, se tendrá que enfrentar en nuevo líder tory, David Cameron.

En sus primeros compases fue muy popular, pero luego ya se le ha percibido como otro político más preocupado de la decoración que de la sustancia. Y aunque no se conocen detalles sobre la peluquería de su mujer, Samantha, ya se ha detectado que posa siempre con un mismo bolso, que vende la muy fina tienda para la que ella diseña el catálogo.

El marketing de los Cameron avanza con impurezas. Según el sondeo de The Financial Times, satisfechos e insatisfechos con su liderazgo se emparejan, 29% contra 27%; es decir que ha descendió a +2% un saldo positivo de seguidores que, hace un mes, producían una diferencia de +14%.

Siempre esperando

Este sondeo no dibuja el mapa de una monumental crisis para el Gobierno, sino que refleja la situación que vive el país. Blair, que ha anunciado su marcha en este mandato, es ya el pasado. Brown, su recambio, se mantiene fuerte, y Cameron tiene más trabajo por delante del que le desean sus amigos mediáticos.

En esta espera las elecciones municipales de ayer pueden jugar el papel de freno o de acelerador en el relevo entre Blair y Brown, que, en cualquier caso, no tiene por qué producirse antes del año que viene, salvo que el deterioro de Blair sea vertiginoso.

La otra contienda de marketing político en el momento británico es la que ocupa a los conservadores y liberales. Estos últimos, sometidos a una minoría muy minoritaria por el sistema electoral, tenían la ilusión de romper el sistema bipartidista, pero la emergencia de Cameron como un líder joven, ecologista y de maneras amables, ha creado alarma. Porque el nuevo líder tory no ha ocultado en absoluto su deseo de comer terreno a los lib-dems.

Esa es la política en el medio plazo británico. Ayer, además de medir popularidades, las municipales apuntalaban o diezmaban las bases locales del partido, que no sólo sirven para administrar ayuntamientos y dar empleo a algunos militantes. También son importantes para tener las redes locales activas y entusiastas que tienen que hacer después el trabajo oscuro en las campañas electorales de las generales.