RAFAEL AMARGO BAILAOR

«Yo quería ser torero, siempre he sido muy cañí»

«Joaquín Cortés tiene razón al quejarse, porque él en España debería ser cuestión de Estado»

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Sostiene Rafael Amargo que para triunfar en el baile flamenco no hace falta ser gitano. «También Eminem, siendo blanco, ha triunfado en un mundo de negros». Lo cierto es que Amargo vive un momento dulce. Este granadino que dirige una compañía de 35 personas, una de ellas Yolanda Jiménez, su mujer, es el feliz papá de un bebé y acaba de empezar a cumplir su sueño de ser actor en películas como El crimen de una novia y Tirant lo Blanc, de Vicente Aranda. Además, sigue representando -ahora en Barcelona- su montaje D.Q. pasajero en tránsito, una obra sobre El Quijote, pero trasladada al año 2023, y en Japón.

-¿Un flamenco como usted haciendo de japonés?

-Bueno, es que hay japoneses muy flamencos.

-¿Es fácil trabajar con La Fura?

-Para trabajar, me gusta la gente muy disciplinada, como yo. Y ellos lo son. Luego, para la vida, me encanta la gente golfa.

-¿No es incompatible el duende con la disciplina?

-No crea. Yo he tenido una educación muy disciplinada. Con decirle que estudié en el Opus...

-Lo sé. Y creo que un cura le dijo que bailar era de homosexuales.

-Exacto. Y le contesté que, si era así, yo quería hacer esa carrera. Porque lo de homosexuales me sonaba a aparejadores. Yo es que, aunque ahora con esto del baile esté más suelto, fui un niño muy bueno; muy de mi casa, de mis estudios, de estar con mis padres... Fui modélico hasta los 17 años.

-¿Qué pasó entonces?

-Pues que empecé a meterme en el mundo del arte, a salir y entrar, y entonces... ¿Fiiiiuuu, fiiiuuu! Me disparé, como el Challenger.

-Se disparó para bien.

-Bueno, sí, la verdad es que no he perdido la cabeza. De la gente con la que me fui a Madrid, soy el único que ha hecho cosas grandes.

Convicción

-¿Qué le hizo no perder la cabeza en aquel momento?

-Siempre he tenido una ambición sana, de demostrarme a mí mismo que lo podía hacer bien, que podía valer. Y de no dejarme convencer por nada. Tenía una seguridad y una convicción increíbles. Y pude tener tentaciones de muchísimas cosas, porque yo tuve delante de mí todo, todo, todo... Sin em-bargo, siempre he sabido que eso no me interesaba. Mi ambición era más fuerte.

-Del Quijote a 'Tirant lo Blanc'... Está de lo más caballeresco.

-Y acabo de rodar en Argentina un culebrón basado en el conde de Montecristo. Hago de uno sus cómplices. Se trata de un español, así que no tengo que fingir el acento. Aunque podría, mirá vos...

-En 'Tirant lo Blanc' hace de turco.

-Vicente Aranda me ha dado el papel menos erótico. Todos se pasan la película dale que te pego menos el turco, que soy yo.

-¿Es cierto que su sueño es ser estrella de cine?

-Pues sí. De hecho, me fui a Madrid para ser actor. Pero, como no podía pagarme las clases de teatro de Cristina Rota, me puse a bailar, que eso ya sabía. También tenía otro sueño: ser torero. Yo es que siempre he sido muy cañí.

-¿Se ha puesto alguna vez delante de un toro?

-Tengo un vídeo casero de la primera vez que toreé una vaquilla y me acabó cogiendo. A mi padre no le he visto reírse más en su vida. Estábamos en una capea, en Chauchina, y yo tendría unos 15 años más o menos.

-¿Se le quitaron las ganas?

-Lo intenté un par de veces más... Pero, mire, para torear hay que tener cojones dobles. Y yo sólo tengo lo normal.

Mercado barato

-¿Le interesan las últimas memorias de Antonio, el bailarín?

-Me interesa mucho más el haberle conocido y haber podido bailar con él, cuando dirigía la compañía de María Rosa. Me basta con el cariño que me tuvo. Lo demás es un mercado barato.

-Prepárese para que en el futuro le salgan hijos...

-¿A mí también? Espero que no. Ya tengo uno muy guapo.

-¿Por qué le puso León de nombre?

-Porque es un nombre corto, contundente, muy elocuente y expresivo.

-¿No teme que le salga una fiera?

-Es fiero el chiquillo, sí. Y sólo tiene 15 meses. La verdad es que ya apunta maneras de bailaor; y eso que es rubio como la madre. Mueve las manos, da piruetas, baila. Le pones a Ca-marón y se vuelve loco.

-Está casado con una bailarina de su compañía. Dicen que no conviene demasiado mezclar amor y trabajo.

-Pero uno se enamora de lo que tiene cerca. Nosotros llevamos pegados el uno al otro ocho años y ya va para tres que nos casamos.

-¿Es fácil aguantarle a usted?

-Soy un personaje bastamte complicado. Pero también lo aguanto todo y soy muy comprensivo. Así que quizá no sea tan difícil aguantarme. Lo mejor de mí es mi tolerancia y mi paciencia. ¿Lo peor? El mal humor que se me pone cuando me falta horas de sueño.