ATENCIÓN. Prodi y Fassino asisten con preocupación al resultado de una de las votaciones. / AFP
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Prodi logra el control de las dos cámaras de Italia en las que coloca a sus aliados

Hasta tres votaciones hicieron falta para que su candidato, Marini, lograra la presidencia del Senado El resultado ambiguo del primer test de la Unión deja en el aire una rápida formación de Gobierno

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Romano Prodi consiguió estrenar por fin ayer su mayoría absoluta raspada en el Senado italiano, de sólo dos escaños de ventaja, y su candidato, Franco Marini, fue elegido presidente de la Cámara en la tercera votación. Sin embargo, antes tuvo que pagar el peaje de los dos escrutinios frustrados del viernes, que arruinaron su objetivo de ofrecer de entrada una imagen de unidad y solvencia en el centro-izquierda. No se sabe si fue por estupidez reiterada o por simple traición, pero lo cierto es que al menos tres senadores que teóricamente apoyaban a La Unión de Romano Prodi le dejaron tirado en la decisiva votación del viernes y la madrugada de ayer en el Senado.

Fue una velada entre el ridículo y lo patético, marcada por la aparición de papeletas que en vez de escribir bien el nombre de Franco Marini, anotaron 'Francesco Marini' o 'Marini', también nulo porque hay dos senadores con ese apellido. La duda de si eran errores involuntarios o intencionados, llevó a repetir la segunda votación, pero volvieron a aparecer dos nombres mal escritos.

Marini perdió por un solo voto, pero ya daba igual porque la lectura era clara: la escasa mayoría de Romano Prodi en el Senado le hace rehén del más mínimo obstáculo o capricho personal en esta Cámara.

Episodio traumático

El líder de La Unión no sólo no logró despejar, con un triunfo compacto en la primera votación, los temores que infunde su exigua mayoría, sino que este traumático episodio los ha multiplicado. Las dudas de que pueda aguantar así los cinco años de legislatura y la sombra de la ingobernabilidad vuelven a nublar el horizonte. Marini salió elegido finalmente ayer, poco antes de las tres de la tarde, aunque para entonces era la tercera votación y le bastaba la mayoría simple.

Sin embargo, para rizar el rizo y con un delicioso ejemplo de ironía italiana, en esta ocasión sí superó por primera vez la mayoría absoluta de 162 escaños con 165 votos. Su rival, Giulio Andreotti, obtuvo 156. Quizá era recochineo o fruto de una lección ortográfica finalmente aprendida, pero lo más probable es que fuera la confirmación de que las anteriores votaciones fueron señales de aviso a Prodi lanzadas por aliados molestos.

Esta forma de actuar, muy italiana, revela que alguien estaba descontento por alguna razón, y sobre esto circulaban ayer mil teorías, o que hay un sector de La Unión que ha querido hacer presión sobre Romano Prodi para recordarle que la estabilidad del nuevo Gobierno depende del cumplimiento de los compromisos adquiridos. Escamotearle el golpe de fuerza de obtener la mayoría absoluta a la primera, pero luego concedérsela de todos modos, es un gesto muy medido. De forma paralela, el candidato de La Unión a la presidencia de la Cámara de los Diputados, el líder comunista Fausto Bertinotti, obtuvo en la mañana de ayer la mayoría absoluta necesaria, tras algunos votos contrarios en sus propias filas registrados en la víspera. En resumen, La Unión volvió ayer a la calma tras la tormenta del viernes.

Prodi aprovechó para quitar hierro al asunto y ayer resumió con una sonrisa que «todo ha vuelto a ponerse en su sitio» y que lo sucedido no debe hacer sacar «conclusiones equivocadas sobre toda la legislatura». Luego se dijo preparado para recibir el encargo oficial del jefe de Estado, Carlo Azeglio Ciampi, para formar Gobierno cuando éste lo crea conveniente.

Efecto espectáculo

Sin embargo, el efecto del espectáculo de ayer de puertas para afuera es obviamente el de un Ejecutivo precario y en equilibrio. Las consecuencias se pueden hacen sentir sobre todo en el palacio del Quirinale, sede de la presidencia de la República, donde Ciampi estaba dispuesto a acelerar los tiempos y encargar la formación de Gobierno a Prodi en los próximos días, a condición de que su mayoría se demostrara sólida y solvente. Como se ha visto, no ha sido así y quizá Ciampi retome a su idea original de dejar el trámite a su sucesor, pues su mandato termina el 13 de mayo. De este modo, el Parlamento debería elegir antes el nuevo jefe de Estado, que sería quien después nombraría al nuevo Gabinete.

Además de que llegar a un acuerdo sobre el sucesor de Ciampi no será nada fácil y volverá a cargar de tensión la política italiana, este escenario retrasaría casi hasta junio la formación del próximo Ejecutivo, una posibilidad que espanta a Prodi y que en cambio es la meta no disimulada de Silvio Berlusconi.