LA VOZ DEL LECTOR

farsa social

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Noventa, sesenta, noventa parece convertirse estos días en la clave secreta para abrir las puertas a un verano feliz, una relación estupenda y un prestigio social inalcanzable para el resto de mortales, al menos para aquellos que exceden este límite desde un 20%. Una combinación de cifras tan aleatoria, tan subjetiva se ha convertido en el máximo canon de belleza moderna, algo, igualmente, tan arbitrario como las tendencias de moda, de comida o de ocio.

Supongo que como en todo, resulta imprescindible marcar una medida convencional que fijen los excesos y los déficits que convierten a unos pocos en unos privilegiados y a otros muchos en unos desgraciados (entendido como no agraciados), insatisfechos o incansables buscadores del cénit de la beldad. Error. Los cánones siempre están concebidos para marcar la diferencia y siempre habrá alguien más alto, más delgado, más estilizado, mejor formado... Insatisfacción permanente. Antes la cuestión estética era secundaria, siempre relegada por otras más fundamentales como el comer, la familia o la salud. Pero ahora se ha convertido en la principal arma de control y alienación social, una esclavitud muy peligrosa que genera graves trastornos y una gran rabia a quien los sufre de cerca o los abobina sobre las pasarelas. De vergüenza.

La dieta saludable se confunde con la dieta de inanición y el cuerpo se descontrola, lógicamente, ante una conducta antinatural como es negar los instintos y necesidades básicos, mientras el sedentarismo se combate a golpe de pesas. La mayor farsa y manipulación sociales porque un simple orden alimenticio, una hora al día de paseo y una actividad normal, en función de cada uno, son suficientes contra la grasa... menos cuentos y más normalidad.