DEL SIGLO XVIII. Los azulejos del número ocho recuerdan que estamos en la calle Sol .
Jerez

El astro rey descansa en la Plazuela

Cuenta la historia que se llama así porque le daba «el sol hasta que se derretían las piedras y los tejados»

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La calle Sol es una de esas vías urbanas que guardan su historia celosamente y a la vez han sabido abrirse paso en la era moderna

Es una de las calles más longitudinal de las existentes en nuestra ciudad y la atraviesan perpendicularmente otras de rancio abolengo y no menos históricas, aunque ésta brilla el lorenzo como en ninguna de ellas; Marimanta, Mariñiguez, Molineros, Cazón, Granados, hasta su conclusión con Pedro Alonso.

Era obligado ir a calle Sol entrando por la puerta grande, por las Puertas del Sol, es decir, por la Plazuela y encontrarte de bruces con la capilla de la Yedra, con la Esperanza y el Señor sentenciado en sus respectivos altares. Tras la Madrugállegó el descanso merecido de los cofrades blanquiverdes, aunque algunos aprovecharon la jornada para echar una manita.

Vicente Soler, siempre presto a colaborar con las cofradías jerezanas, es un joven emprendedor y futbolero que cuenta con una empresa de limpieza. Allí se encontraba el tío puliendo el suelo de la capilla con más solera de la ciudad. «Es raro verdad. Yo soy de Santiago, pero siempre vengo por aquí, y en esta hermandad tengo muchos amigos, me pidieron que vienera y aquí estoy», soltó en cuanto le preguntamos si se había perdido.

«No existen diferencias entre los gitanos de Santiago, la Plazuela o San Miguel, creo que son historias antiguas y que hoy día no son más que anécdotas. Esas diferencias no existen», asegura mientras le da brillo al suelo de la iglesia. «Da igual que seas de la calle Empedrada, de Campana o Cerro Fruto, estamos tan cerca unos de otros que no hay sitio para las diferencias», insiste.

Cuenta la historia de la ciudad, que se tiene constancia de la existencia de la calle Sol desde el siglo XVI, y que se llama así porque le daba «el sol hasta que se derretían las piedras y los tejados».

Josefa Cazón tuvo casa en esta calle, pero sin duda alguna es la casa de Lola Flores, la número 45, la que despierta más curiosidad entre los viandantes que pululan por allí. Sean de aquí o de Pernambuco.

Una casa, que aunque cuenta con una placa desde febrero de 1957 y que se asegura que ahí nació la Faraona, está dejada de la manos de Dios. Aunque estos días ha tenido visitantes ilustres por mor del rodaje que sobre la vida de la folclórica jerezana se rueda estos días en la ciudad.

«Estuvieron rodando el otro día por aquí, en la calle Cazón creo recordar», apunta un vecino de la calle, asegurando que son gente «muy maja y muy disciplinada».

Los negocios existentes en la calle son muy diversos, pero abundan los comercios que se dedican a la alimentación y la decoración. Carnicería Mayolín y la tienda de pollos asados en plena Plazuela han sido 'casi' los últimos en incorporarse al paisaje empresarial de la calle Sol. Prensa y revistas, varias panaderías y puestos de verduras y hortalizas.

Hay carteles de inmobiliarias por doquier, y es que esta calle se ha convertido en un caramelo, un dulce para los inversores extranjeros y de la propia ciudad.

Casas de patios de vecinos, aunque ya no son tanto quienes las ocupan. Verdaderos palacetes y arquitectura acorde con los nuevos tiempos para dar muestras de que el progreso también ha pasado por aquí.

El flamenco no es precisamente un pasatiempo en esta calle. Se respira y se palpa en cualquier rincón de la misma. Las Peña de los 28 es un ejemplo. Y en los bares, como el de la Yedra, siempre hay algún lanzaó que se arranca por bulerías. De hecho, Angelita Gómez, una de nuestras más universales artistas sigue ejerciendo de profesora algunas tardes, haya sol, lluvia o levantera.

Rosa, una vecina cuya casa linda con la capilla de la Yedra, asegura que la cosa ha cambiado ahora bastante. «Hay gente muy buena en esta calle, pero durante los 17 años que llevo viviendo aquí también he visto a gente muy mala. Durante años la droga ha hecho estragos en esta plaza. A veces daba hasta miedo salir a la calle, incluso yo misma quise irme de aquí», recuerda. «Yo nací en Berrocalas y después viví durante unos años en San Juan de Dios y de verdad que durante mucho tiempo esta plaza ha sido muy difícil».

La farmacia de la licenciada Margarita Parra Reguera, la número 73, es testigo perenne del devenir histórico de los últimos cien años de esta calle.

Su hermano, Javier Parra, auxiliar de la misma, nos comenta que fue su abuelo, Francisco Reguera, el que la adquirió a principios del siglo pasado: «es una de las farmacias más antiguas de la ciudad, eso te lo puedo asegurar. Cuando la adquirió mi abuelo esto era ya una farmacia».

Javier, asegura que la calle Sol «es una calle muy tranquila, muy bonita y con gente de mucho arte. Si es cierto que vive gente muy mayor, gente encantadora, y como quieras que esto es una farmacia, entra mucha, de esta calle, de las de alrededor o alguien que viene de paso».

Mariluz Santamaría ejerce de farmaceútica «accidental». «Margarita no podía estar aquí por un viaje que tenía pendiente y yo la estoy sustituyendo. Me encanta venir aquí cuando me toca una sustitución. Es una calle muy entretenida y de gente muy especial». Cuando les requerimos por el rodeje de la película Lola, tanto Javier como Mariluz nos responden que ha sido «muy curioso» y «fantástico».

«Ha habido muy buen ambiente durante el rodaje en la calle Cazón. Han venido incluso a la farmacia, sobre todo a comprar mucha protección solar».

La calle Sol era una de las entradas hacia la Puerta Real de la antigua muralla de la ciudad. La calle está llena de vida durante las primeras horas del día y goza de una tranquilidad inalterable durante la obligada siesta. Son muchas las personas mayores que conviven con unos jóvenes incipientes conocedores de la historia de esta calle y de las de alrededores. No en vano, calle Sol, junto a Empedrada y Cerro Fuerte, son calles de vecinos, de buenos vecinos que han sabido vivir junto a calles que históricamente pertenecieron a «familias distinguidas». La calle Sol además es una de las vías con más sabor cofrade de la ciudad. Es cita obligada la mañana y tarde del Viernes Santo. En sólo unas horas dos de las hermandades de más devoción se dan la mano y hacen que Sol y la Plazuela reluzcan con más brillo si cabe.