MULTITUD. Numerosos fieles se echaron a la calle para contemplar las dos hermandades que salieron ayer en Sanlúcar. / PAULA ALÁEZ
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La Borriquita y el Huerto abren la Semana de Pasión en Sanlúcar

La numerosa afluencia de público y un clima primaveral marcaron una jornada donde los más pequeños fueron los principales protagonistas

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La Costa Noroeste se despertó ayer con olor a incienso. El domingo de Ramos hacía acto de presencia en una jornada luminosa donde el sol no abandonó ni un instante a sanluqueños ni a roteños en el día por excelencia de los más pequeños.

Y es que los niños abarrotaban las calles. Procesionando en las hermandades, sentados en sus carritos, de las manos de sus padres o simplemente haciéndose un hueco entre la muchedumbre disfrutaron a lo grande de la imagen que más llama su atención en la Semana de Pasión: la Borriquita.

La Burrita y el Huerto

En Sanlúcar no cabía un alfiler. Acicalados con sus mejores galas, sanluqueños y visitantes se arrojaron multitudinariamente al centro de la localidad, aprovechando la delicadeza de un clima primaveral.

La primera hermandad en realizar su estación de penitencia fue la tradicional Borriquita. Pasadas las cinco de la tarde, Nuestro Padre Jesús de la Paz abandonaba su templo de la Iglesia de San Miguel a lomos de la famosa burrita y acompañado en un gran misterio por las figuras de los apóstoles San Pedro, San Juan y Santiago, del escultor onubense José Pérez Conde y las esculturas anónimas de dos hebreos de pie, una mujer arrodillada y un niño trepando la palmera.

Le seguía de cerca la Virgen de La Victoria, de bellas facciones macarenas, una de las más admiradas de la Semana Santa sanluqueña.

Unos instantes después de la salida de la Borriquita, llegaba el turno de una hermandad de gran interés y devoción en Sanlúcar por el buen gusto y proporciones de su paso principal.

El Cristo de la Oración del Huerto, considerado como una de las mejores tallas modernas que reciben culto en Sanlúcar, marchaba de forma triunfal desde la Iglesia de San Diego.

Otra virgen con aires hispalenses compañaba a este misterio. Bajo un palio hermosamente bordado, María Santísima de Gracia y Esperanza, avanzaba a son de la marcha de los campanilleros dejando embelesados a los sanluqueños con el movimiento de su palio burdeos del mismo color que las túnicas de los nazarenos de su cristo.

Llegada la media noche, ambas hermandades regresaron a sus templos.

En su cortejo, pequeños penitentes agotados aunque sonrientes y llenos de ilusión, acompañaban a sus imágenes.

La Semana Santa en Rota comenzó instantes más tarde que en Sanlúcar. Sobre las seis de la tarde, la Borriquita roteña abandonaba la pequeña capilla de San Roque en la plaza que lleva el mismo nombre.

Un humilde y pequeño misterio que hizo que los roteños se arrojaran a las calles para contemplar la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén mientras los más pequeños pedían caramelos a los nazarenos con hojas de palma entre sus manos.

El viaje de la Borriquita roteña fue más breve que el de la sanluqueña. Algo después de las diez de la noche, la hermandad regresaba a su templo aclamada por una muchedumbre que se acercó a su capilla a despedirla.

Ayer en la Costa Noroeste el fervor religioso inundó por completo las calles.