ESPAÑA

Dolor sin tregua

Los damnificados reciben la noticia con sentimientos encontrados de esperanza y desconfianza

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El terrorismo es una lacra, pero también una costumbre. Han sido muchos años de convivencia diaria con el miedo y el sufrimiento como para borrarlos con un comunicado de treinta líneas. Esta verdad, válida para toda la sociedad, resulta especialmente evidente en el caso de las víctimas, para quienes la violencia seguirá siempre presente en forma de pérdida o de cicatrices. Ayer, a las personas tocadas por ETA se las veía contentas, más contentas que en mucho tiempo, pero en la mayoría de los casos esa rara alegría estaba ensombrecida por la desconfianza: ¿de qué paz hablamos y qué precio tiene?

GORKA LANDABURU

Periodista y víctima de atentado

«Revolcarnos en el dolor no sirve de nada»

«No hay vuelta atrás. La decisión está tomada». Gorka Landaburu desprende un optimismo recalcitrante, el contrapunto al escepticismo y la desconfianza que envuelven a otras víctimas y que demuestra que el colectivo es diverso en su opiniones. El periodista, que perdió dos dedos de una mano cuando ETA le envió un libro bomba el 15 de mayo de 2001, está convencido de que la banda ha entregado definitivamente «la cuchara» para embarcarse en un proceso en el que, vaticina, no se pagará ningún precio político por la paz, más allá de los posibles beneficios penitenciarios que puedan concederse a los presos etarras.

Landaburu, que recientemente brindó apoyo público junto a otros afectados a la estrategia de pacificación de Zapatero, no encuentra ningún pero al comunicado, que contempla «de forma totalmente positiva» porque cree sin asomo de duda que es el «definitivo». «Muchas víctimas apostamos por la paz porque es el único camino», recalca, no sin reconocer que aún hay heridas que deben «cicatrizar» y un clima de convivencia pacífica y normalizada por recuperar.

CATI ROMERO

Viuda de Alfonso Morcillo

«Si es verdad, ya me puedo ir»

Cati Romero conectó el móvil a la una y media de la tarde y se encontró con quince llamadas perdidas. El pensamiento se le fue a la peor posibilidad: «He pensado que se había producido algún atentado grave. He devuelto una de las llamadas y era una emisora de radio: me han dicho que en ese momento no podían grabarme, pero que era para recabar mi opinión, y no me he atrevido a preguntar acerca de qué». Después, a medida que escuchaba las explicaciones sobre el alto el fuego, la viuda del sargento Alfonso Morcillo sintió que su corazón se aligeraba: «Si esto es verdad, por fin me puedo ir de esta tierra. Yo soy extremeña y aquí no tengo a nadie: vine con mi marido, lo mataron a los cuatro años y con él desapareció todo».

Si sigue en Euskadi es por su implicación con otras víctimas y con la propia memoria de su esposo. Y ese contacto cotidiano con el dolor la hace recelar: «En el 98 confié y, cuando vi lo que ocurrió, pensé que no iban a engañarme de nuevo. Nuestro sufrimiento está ahí y no quiero que se olvide. No quiero amnistías encubiertas, porque eso sería lo más terrible después del asesinato de Alfonso. A una persona que mata no se le puede dar nada a cambio».

NURI MANZANARES

Perdió a dos hijos y a una hermana en Hipercor

«No quiero ver por la calle al asesino de mis hijos»

Nuri Manzanares no quiere «saber nada de política» y prefiere dejar que sean los profesionales de la cosa pública quienes resuelvan la papeleta que tienen entre manos. Nuri sólo sabe de dolor, porque la banda le arrebató a sus hijos Silvia y Jordi -de trece y nueve años- y a su hermana Mercé en la masacre de Hipercor, el 19 de junio de 1987. Desde entonces, ha cambiado la peluquería en la que trabajaba por las consultas de médicos y psiquiatras. Ayer pasó la mañana entera en una de ellas, desconectada del hervidero en que se había convertido el país. Al volver, el telediario de mediodía le puso al corriente. «He sentido que era algo que llevábamos muchos años esperando y que ojalá sea verdad, porque no es la primera vez que ETA declara una tregua y luego sigue matando y extorsionando», advierte, con una mezcla de «esperanza y prudencia». La principal preocupación de Nuri en estos momentos es «que se haga justicia».

CONSUELO ORDÓÑEZ

Hermana de Gregorio Ordóñez

«¿Pagaremos nosotros el precio?»

En la lucha interna de Consuelo Ordóñez, la desconfianza parece estar ganando el pulso a la ilusión. «Por supuesto, es una buena noticia si no se va a matar a nadie más, si los amenazados van a poder salir tranquilos, pero todavía quedan muchas dudas. La hermana del concejal donostiarra Gregorio Ordóñez, como la mayoría de los vascos, no ha vivido jamás sin violencia: «Me cuesta imaginar una Euskadi en paz porque no la he conocido».

MARI MAR BLANCO

Hermana de Miguel Ángel Blanco

«Debemos seguir movilizados contra la negociación»

Los matices son importantes para las víctimas del terrorismo. Por ejemplo, Mari Mar Blanco destaca que «permanente» es distinto de «definitivo». La hermana de Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP que se convirtió en símbolo de la lucha contra la barbarie tras su secuestro y asesinato a manos de ETA, cree que hay que examinar «con lupa» el comunicado de la banda y, aunque no oculta su «alegría» por la noticia, también pide «cautela».