Editorial

Apagando fuegos

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La Unión Europea acaba de enviar a Javier Solana a intentar apagar el fuego de la cólera encendida en los países árabes por las tristemente célebres caricaturas del profeta Mahoma. La Unión reaccionó en primera instancia con contradicciones y actitudes inseguras intentando combinar el apoyo y la solidaridad con uno de sus miembros con gestos de apaciguamiento diplomático hacia los gobiernos irritados. En ese contexto, el viaje del jefe de la política exterior de la UE a Oriente Medio parece una iniciativa útil que se ha materializado en un primer diálogo con uno de los interlocutores más cualificado, la Organización de la Conferencia Islámica y con un rey, Abdalá, que es antes que nada el imam de los wahabbíes y el protector de los grandes Lugares Santos del Islam, La Meca y Medina. Solana ya se reunió también el martes con las autoridades egipcias en El Cairo, ciudad sede de la Universidad de Al-Azhar, insoslayable referencia doctrinal del mayoritario islam sunní.

La OCI reúne a cerca de sesenta países islámicos y tiene su sede en Arabia Saudí. Está a su frente ahora un musulmán turco moderado, Ekmeleddin Ihsanoglu, con quien Solana se reunió largamente y con quien ofreció una conferencia de prensa conjunta. El jefe de la diplomacia europea debió hacer algunos regates -que se han interpretado en algunos medios como concesiones- para dejar clara la escasa simpatía que suscitaría en Europa todo intento como el sugerido por su interlocutor, una especie de legislación contra la blasfemia en nombre del respeto a las religiones. Pero le fue fácil, lógicamente, coincidir con él en la necesidad de la consideración oficial y pública a las confesiones religiosas y en descalificar el recurso a la violencia en las protestas.

Al mismo tiempo, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, declaraba que la libertad de expresión no es negociable, un criterio que Europa no puede abandonar y le conviene repetir, compatible, por lo demás, con el ejercicio voluntario de la autorregulación que los medios, libremente, quieran autoimponerse. Estas líneas son el camino: libertad, respeto mutuo y moderación de todas las partes.