Dos auténticos diesel, escasos de gasoil

Dos jugadores puestos en entredicho en las últimas fechas comienzan a callar algunas bocas. Todos los entrenadores que les han tenido a sus órdenes comentan siempre lo mismo cuando hablan de ellos. Les cuesta coger la forma, pero cuando lo hacen son imparables. Cada uno a su manera. Zinedine Zidane, al más puro estilo brasileño -el mismísimo Parreira ha expresado en voz alto sus deseos de tenerlo en la canarinha-; Benjamín, como un tractor que arrasa en el medio campo y hace del área rival la tierra más fértil para sembrar sus mejores frutos. Ayer, ambos jugadores brillaron en una primera parte en la que aglutinaron la mayor parte de las acciones de peligro de sus respectivos equipos.

En los cinco primeros minutos el astro francés dejó una buena muestra de sus intenciones futuras. La primera pelota la pisa suavemente para bailar sobre el tapete verde del coliseo blanco, la segunda dirige un pase al hueco y la tercera dedica un sombrero de tacón en el medio campo. Y es que inmersos en un correcalles infantil durante buena parte de la primera parte, la rápida capacidad creativa de Zidane y las potente zancada del vallisoletano destacaron sobre el resto de sus compañeros. Benji tuvo en sus botas los dos mejores torpedos que lanzó en submarino amarillo antes del descanso. La primera en el minuto 30, cuando tras una triangulación con Nenad puso a prueba los reflejos de Casillas; la segunda, en el descuento, con otro disparo desde la frontal.

Se le atragantó el gol al 15 amarillo. Sí consiguió perforar las mallas Zidane, pero su tanto fue anulado por fuera de juego en una acción polémica. La misma en la que estuvo inmerso Benjamín, cuando cometió un claro penalti ante las bicicletas de Robinho. Una vida paralela que les unió hasta el final del encuentro, cuando ambos terminaron dliyéndose víctimas del cansancio físico.