Cultura

«Los toros me han enseñado a amar»

El diestro madrileño dona hoy al museo de Vista Alegre el traje con el que toreó su última corrida en Bilbao

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Antonio Chenel Antoñete, una leyenda del toreo, donará mañana a Vista Alegre el vestido con el que realizó su última faena en el coso de Bilbao. El diestro madrileño recuerda que se fue cabizbajo de la feria del 87 al no poder despedirse de forma triunfal.

-¿Recuerda todavía aquel día?

-¿Bueeeno! Son cosas que no se pueden olvidar.

-¿Cómo fue aquella tarde?

-Muy triste. Hubo un cúmulo de desgracias. Mi segundo toro era bueno. Pensé que le iba a formar un lío porque embestía muy bien...

-¿Pero?

-Al quinto o sexto muletazo, en un giro, se rompió una pezuña y ya no pude hacerle nada. Una pena muy grande.

-¿El público se encolerizó?

-Lo vio enseguida. Se lamentó de mi mala suerte. Tuve que matar muy rápido al toro.

-Hace tiempo que se cortó la coleta , ¿y ahora quiere retirar los trajes?

-No. Ya están guardados. Tengo como 50.000 recuerdos, incluidas varias cabezas de toro. El que voy a entregar es de color nazareno y oro.

-¿Le traen malos recuerdos?

-Hay de todo. Ja, ja. Con algunos recibí cornadas, pero esos los regalé enseguida.

-¿Por mal fario?

-Sí. Nunca me volvía a hacer ningún traje del color con que me cogía el toro. Mis colores preferidos eran el azul, el lila y el rosa. También me los hacían de tabaco y oro, grana y oro o verde.

-¿Siempre tiene una faena en la cabeza?

-Sí. Delante de un toro sólo pensaba. Todos tenemos la faena soñada. Lo he intentado siempre y lo he logrado hacer.

-De la faena soñada a la que se realiza...

-Media un largo trecho. La faena perfecta... ¿no existe! No hay nada perfecto en este mundo. Ya puedes medirlo todo que... El toro es un animal imprevisible; una vez tropieza, otra te engancha la muleta, o te hace corregir el sitio. No te puedes quedar quieto ya que si no, te coge. ¿Aunque seas muy bueno nunca se alcanza la perfección!

-¿Se le han escapado muchos toros vivos?

-¿Ninguno! Jamás eché uno al corral. Sólo dos me trajeron por la calle de la amargura.

-¿Qué le han enseñado los toros?

-Todo. ¿T-o-d-o! Hasta ser persona.

-¿Buena o mala persona?

-No sé. (Risas). Bueno, yo creo que soy buena persona. Me han enseñado todo, a tener humildad, sentido de la vida, a tener responsabilidad, a amar, dentro y fuera de la plaza.

-¿Disfruta ahora más viéndolos nacer en su finca que estoquearlos?

-Claro. Lo otro era mi profesión. Siempre soñé con criarlos. Es un sueño muy caro, pero me conformo con ver parir las vacas, ver correr los becerritos... ¿Qué alegría! Tuve suerte de tener un semental de capea, Romerito. Era amigo mío en todos los sentidos.

-¿Cuidado con Romerito!

-Le abrazaba por la cara, le daba besos... ¿Como un amigo!

-Hasta que le dé un buen susto.

-Cuando paseaba por el campo y me sentaba a fumar un cigarro, Romerito venía andando muy tranquilo y muy, muy noble. Fuimos haciéndonos amigos poquito a poco. Me faltaba algo si no me seguía por el campo. Venía detrás y se me ponía enfrente con todos los pitones, en medio de la cara, como haciéndome mimos. ¿Casi se sentaba conmigo!

-De los toros uno nunca se puede fiar.

-De ese sí me fío, pero no de los demás que tengo en el campo.

-¿Quiénes son más nobles, los toreros o los toros?

-Ja, ja. Nobleza tienen los toros. Aunque algunos hombres también.

-En activo, ¿prefería que le llamaran matador o torero?

-Matador de toros es bonito. Pero no matador a secas. Aunque torero es lo más bonito que hay.

-Fue uno de los grandes, ¿pero se creía el mejor?

-Sí. Si no te crees el mejor con las figuras del toreo estás apañado.

-No hay grandes toreros hoy.

-¿Los hay! Pero se ha perdido un poco la torería y la forma de vida de vivir el mundo del toro.

-¿Las figuras y aspirantes a ello sólo piensan en los millones?

-Siempre hay que pensar en el dinero porque es un estímulo. Tienes que sacar a tu familia y darle un bienestar. Aspiras a comprarte una finca, tener un Mercedes, comprar un piso a tus padres, poder solucionar muchos problemas que tienes en casa, sobre todo en mi época, que fue la postguerra española. ¿Ya se puede imaginar aquella época! Yo descubrí en Bilbao que existía un pescado que se llamaba merluza.

-Qué bonito.

-Estaba acostumbrado a las cartillas de racionamiento en Madrid. Sólo probaba sardinas y arenques.

-Con la merluza, ¿descubrió la buena vida?

-Cada vez que voy a Bilbao pido merluza para comer y cenar. Desde entonces, merluza, merluza, merluza.

-Fue rico, ¿pero el dinero se le fue?

-No. Gracias a Dios, lo mantuve. He podido comprarme esta finquita al lado de Madrid. No es que me sobre, pero, bueno, para vivir e ir tirando...

-¿El eterno mechón blanco y la mirada triste le han acompañado toda la vida?

-Me empezó a salir a los 28 años. Ahora, ya no hay mechón. Tengo toda la cabeza blanca.

-Enganchado al cigarro desde los ocho años, ¿respira mejor con la ley antitabaco?

-Yo no respiro mejor. Me quité el tabaco hace tres años pero me sienta fatal la palabra prohibir. Imponen la ley para respirar mejor y, a este paso, nos van a prohibir hasta la respiración.