Cartas

Adiós a 'el año de las libertades'

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Se nos va el 2005 y con él el último año de las libertades. Entramos en una nueva era, un era de restricciones y prohibiciones. Los recortes de libertades en nuestro país comienzan a ser latentes, patentes y preocupantes. ¿Qué se creían los no fumadores y los no bebedores, que aquí se iba a parar esto? No. Esto no ha hecho más que empezar.

La Generalitat de Cataluña, que debería llamarse en este caso Genialitat, va a crear -si no lo ha creado ya- un órgano político cuyos fines no son otros que los de censurar aquellas ideas expresadas por personas ecuánimes que vayan en contra de las suyas propias, ya sean escritas o expresadas en otro medio de comunicación. Y ya sabemos lo que ocurre en este reino de taifas, las malas ideas de unos pocos terminan siendo el referente de muchos.

Acebes dice que volvemos a los tiempo de la censura. ¿Qué nos quiere hacer creer éste, que si se aprueban estos comités, ellos, cuando lleguen al poder, los derogarán? No, simplemente censurarán, pero en sentido contrario..., que ya nos conocemos todos en este país.

Emitirán las películas y documentales que sean afines a las ideas del partido de turno, o sea, del que esté en el poder en ese momento, con la ignominiosa excusa de preservar y cuidar la salud de nuestro intelecto; cuando paseemos por nuestras plazas y avenidas y nos fijemos en los escaparates de las librerías, nos daremos cuenta de que faltan la mitad de los libros: aquéllos que no cuentan con el beneplácito de la autoridad en cuestión, y, cuando el poder cambie de signo, echaremos de menos los que estaban expuestos, ya que estos han pasado a ocupar el lugar de los que antes estaban guardados y escondidos, y así sucesivamente.

¿Vaya clase política nos ha tocado mantener, aguantar y soportar! Espero no estar aquí ni para verlo ni para comprobarlo. Y, para terminar, paradojas del destino. Los tres de Yalta, los tres fumadores empedernidos... fueron los que derrotaron al tirano, al dictador, que como bien todos sabemos, no fumaba.

¿Querrá también la señora ministra de Sanidad tergiversar la Historia?

Alejandro Barna Encina. Cádiz