Félix Machuca - PÁSALO

Son humanos

¿Dónde habéis visto que el vendedor de crecepelos tenga la melena de Mario Vaquerizo?

Félix Machuca
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Muy humanos. De carne, huesos, tentaciones y caídas. Están hechos con el material defectuoso que engendra nuestra inconsistencia. Somos polvos y en cocacolas nos convertiremos. Seamos comprensivos. No los mandéis a la hoguera. Son exactamente iguales a los ángeles caídos de la gloria democrática al infierno de los corruptos. Desde Filesa a los Eres. Son humanos. Como Bárcenas, como Camps, como Granados, como los Pujol, como Torrijos, como Mellet, como Viera, como… En fin. La lista es tan amplia que, nombre por nombre, convertidos en escalones, se podría alcanzar el cielo. Ese cielo que los chicos de la chispa de la nueva política, del nuevo orden, del justicialismo mediterráneo prometieron conquistar para el bienestar de todos nosotros, del pueblo, el yunque sobre el que no se deja de martillear para convencernos de que son humanos.

Muy humanos. Tantos que no hay diferencia entre lo que papá hizo en Bankia con lo que su hijo maquinó para sacarle la plusvalía a un piso de protección oficial. Ramón sabe de lo que le hablo. Ramón Espinar. Esa corona de laurel de paella que ha sido ligado con dos colas refrescantes en el comedor del Senado. Importándole una weba de choco lo que había firmado su partido, Podemos, para boicotear a la zarzaparrilla de Atlanta en tan augusta cámara. Si no te gustan las lentejas, ¿verdad Ramón?, dos botellas de cocacola.

Humanos. Tan humanos como los demás. Tan humanos como esos que, un día sí y el otro también, vemos acceder al coche de la pasma con la mano de un policía sobre su cabeza, detenido por presunta y más que probable metedura de mano, donde no debía meterse. Son humanos. Y hacen lo que hacen los humanos. Con voluntades frágiles, éticas endebles y cuentas corrientes más gordas que las vacas asá que una señora de por aquí abajo decía que era capaz de hacer su hijo en las barbacoas del campo con el dinero que había amasado en los eres. Humanos. ¿Qué queréis? ¿Qué fuera verdad su discurso? ¿Qué el amateurismo político de sus nobles y populares ideas y programas se lo creyeran a pie juntillas? ¿Dónde habéis visto que el vendedor de crecepelos tenga la melena de Mario Vaquerizo, el maromo de Alaska? Han ligado a Ramón Espinar con el carrito de la cocacola hasta las trancas, acompañando a un plato de albóndigas que llevaría, imagino, su punto humano de chorizo. A fin de cuentas, uno es lo que come y come como es.

Es comprensible que estos chicos no quieran saber nada de la prensa libre. O libre de sus influencias. Aquí todos tenemos un muerto en el armario. O dos. Y hasta tres mil. Por eso no es aconsejable ir por la vida de moño honrado. Porque moños, moños, hay muchísimos. Honrados, los menos. A Podemos lo invocó una crisis económica de caballo y un sistema tan corrupto y tramposo como ese equipo de futbol, El Eldense, que ha vendido partidos hasta en el Jueves. Y se presentaron como los ángeles puros y custodios de la nueva política. Eran como el anuncio ese que tiene el Herrera en su programa: el Milagrito. Un quita grasas extraordinario que le devolvería al sistema su prístina pureza. Y dos cocacolas mejor que una. Eso lo ve la prensa que no está bajo su influencia y lo fotografía. Y nos enteramos que son humanos, que firman una cosa y hacen la contraria, como aquella chica que amaba a los refugiados y estafó a más de cinco mil inmigrantes. O como el propio Echenique engloriaba la dignidad del trabajo haciendo trabajar a su asistente sin contrato. Ni le hablo de lo de la rica Bescansa ni de la beca de Errejón. Lo sabemos todos. Pero también hemos de saber que son tan humanos, tan humanos que el día que toquen pelo de verdad y manejen un presupuesto de por aquí te quiero ver, ese día se agota la cocacola y hasta son capaces de hacer el anuncio rey de la chispa de la vida... que se van a pegar.

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