OPINIÓN

Pues no, no era cosa de cuatro golfos

La sentencia avala el trabajo de Alaya y prueba que la corrupción no fue un hecho aislado, sino orquestado desde la Junta

La magistrada Mercedes Alaya, instructora del caso ERE EFE
Manuel Contreras

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Una década llevan intentando desmontar las indagaciones sobre el fraude de los ERE en la Junta de Andalucía. Lo han intentado por todos los medios, pero al final la justicia se ha impuesto. Intentaron desmentir los hechos. Primero negaron los abusos y posteriormente, cuando las revelaciones iban corroborando las irregularidades, aseguraron que había sido cosa de «cuatro golfos» . Un descuido, una pillería.

Intentaron parar a la Justicia. Comenzaron a acosar a la juez instructora, Mercedes Alaya , divulgando una supuesta incompatibilidad por la profesión de su marido, insinuando afinidades políticas e incluso hurgando en su vida personal. La acusaron de ser una histérica e intentaron desmontar su estrategia de ir subiendo en la pirámide del poder a medida que la investigación iba apuntando a un modelo corrupto de gestión dirigido desde lo más alto de la administración. Se esforzaron por trocear la macrocausa , dividiéndola en tantos casos como empresas habían sido beneficiadas, con lo que se diluiría la dimensión política del caso. Lograron apartar a Alaya mediante engaños, incumpliendo la promesa de permitir que continuase con la instrucción del caso en comisión de servicio si aceptaba su ascenso a la Audiencia de Sevilla, y una vez quitada de enmedio la sustituyeron por otra magistrada que rápidamente apostó por el modelo de instrucción que ellos defendían.

Intentaron parar a la Prensa. Han tratado de estrangular económicamente a los medios de comunicación , pocos, que desde un primer momento apostaron por investigar lo que era un fraude flagrante. Han hecho lo posible por amedrentar a los periodistas que hacían las preguntas incómodas y han favorecido arbitrariamente a aquellos medios que blanqueaban la dimensión política del escándalo.

Pero los intentos han sido en vano. Si algo positivo tiene la sentencia de los ERE es que demuestra la buena salud de la democracia en nuestro país . De un sistema que tiene en la independencia de los jueces y de los medios de comunicación dos pilares imprescindibles. El fallo del tribunal establece que el fraude de los ERE no fue una pillería urdida por cuatro funcionarios de segundo nivel, sino un sistema corrupto alentado desde el más alto nivel . Una mecánica podrida ideada con fines electorales y que degeneró ante la falta de control hasta causar un daño económico importantísimo a la comunidad autónoma, dilapidando un dinero que debía de haber servido para crear empleo.

El episodio de los ERE que se cierra temporalmente hoy es una vergüenza para Andalucía. Pero también aporta la satisfacción de comprobar que no todo se controla desde la omnipresente Junta, y que al final los mecanismos de vigilancia y control han terminando funcionando . Pese a todos los intentos por impedirlo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación