PUNTADAS SIN HILO

Los hechos

Las declaraciones de Alaya se han forjado en los años en los que ha sobrellevado en silencio su desmesurado protagonismo

Manuel Contreras

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El aldabonazo de Mercedes Alaya en estas páginas ha reverdecido, como corresponde a estas fechas primaverales, las filias y fobias respecto a la magistrada sevillana. Alaya, a quién se les estima muchísimo en la ciudadanía, regular en la magistratura y nada en la política, ha puesto patas arriba el sistema judicial, denunciando su dependencia de los partidos, sus carencias presupuestarias y la necesidad de modificar algunas leyes. La osadía de sus declaraciones invita a pensar en un desliz estratégico, en un calentón ante el micrófono, pero nada más lejos de la realidad: su discurso se ha forjado durante esos años callados en los que ha sobrellevado con paciencia y discreción su desmesurado protagonismo. Alaya ha dicho exactamente lo que quería decir, un mosaico de acusaciones que se intuyen confeccionadas con la pormenorizada meticulosidad de sus autos. Su denuncia más destacada es el acuerdo, tácito o expreso, entre el PSOE y el PP para apartarla de las investigaciones, una decisión que la magistrada vincula con la investigación de los cursos de formación en un momento en el que el hilo de las pesquisas estaba a punto de conducir a otras autonomías.

Es prácticamente imposible demostrar, salvo que algún protagonista confiese la trama en algunas memorias postreras, que los dos partidos mayoritarios decidieran al unísono que había que parar los pies a Alaya antes de que su minucioso trabajo, su insistencia en relacionar los diferentes escándalos como partes de un mismo conglomerado, se convirtiera en una amenaza global. Cuando no hay testimonios directos para conocer la verdad conviene atenerse a los hechos. Lo que sigue no son juicios de valor, sino datos objetivos:

1. Alaya pide ir a la Audiencia porque se le promete una comisión de servicios para continuar la investigación de las macrocausas. A la hora de la verdad no se le concede por el voto contrario de los representantes del PSOE y del PP en el CGPJ.

2. A Alaya le sustituye al frente del más complejo caso de corrupción que se haya conocido nunca en España una juez de familia sin ninguna experiencia en este ámbito.

3. Esta juez sustituta, María Núñez Bolaños, es amiga personal del consejero de Justicia de la Junta, la principal Administración investigada.

4. La nueva instructora despieza las macrocausas en diferentes causas, tal y como había solicitado reiteradamente a Alaya la defensa de la Junta de Andalucía y el TSJA.

6. La investigación se ralentiza. La Fiscalía advierte varias veces a Núñez Bolaños de que abra diligencias sobre ERE irregulares a diversas empresas porque los casos están a punto de prescribir. Todavía hay más de veinte causas sin abrir.

5. La Audiencia corrige hasta en cuatro ocasiones decisiones de Núñez Bolaños.

No soy jurista, pero los datos objetivos permiten alcanzar una conclusión subjetiva: con jueces como Alaya los ciudadanos estamos más confiados y los políticos más intranquilos.

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