CARDO MÁXIMO

El cuerpo del delito

¿Quince años? Ríanse ustedes de la medida de tiempo de todas las cosas en Sevilla

Proyectos como el de la recuperación de la Fábrica de Tabacos de Altadis llevan años parados RAÚL DOBLADO
Javier Rubio

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Nos quejamos amargamente de lo que tardan en prosperar los proyectos en Sevilla. A un servidor le dio una vez por calcular que la medida de tiempo que marcaba la concreción de las grandes obras de la ciudad. Y haciendo medias y calcetines, cuentas de la vieja y números a lo loco, salieron quince años. Tres lustros tarda aquí cualquier cosa. ¿La Fábrica de Artillería?, pues échenle ustedes quince años hasta que aquello medio empiece a fraguar. La tabacalera de Los Remedios está próxima a cumplir esta regla no escrita: la primera década se ha esfumado en idas y venidas y de aquí a un lustro vamos a ver cómo aquello se desatasca. Fijo. A la Gavidia, con la que andan mareando la perdiz unos y otros u otros y unos según toque gobernar u oponerse, ya mismo le toca la vez y nos plantan allí un hotel, un spa o lo que sea con tal de que quiten las vallas.

El mamotreto de chiringuito que iban a construir en el muelle de las Delicias —del que el maestro Burgos lamentaba que hubiera afeado tanto durante los días de Feria— lo ha parado Urbanismo, pero si quieren saber cuánto tiempo va a estar enseñando las vergüenzas de la ciudad, no duden ni un minuto: quince años. Tres lustros o más estuvo la torre de Los Remedios a medio hacer y quince años o más lleva el esqueleto del centro comercial que se quedó a medio levantar detrás del pabellón de deportes de San Pablo. ¡Si hasta tenemos un centro cívico que se llama El Esqueleto! ¡Cuántas décadas no se llevaría en estructura para que cuajara el nombre que le otorgó el vulgo!

Es que aquí todo da mucha pereza. Todo se deja «ad calendas graecas». Y las cosas se eternizan… menos lo que se sabe que tiene que acabar. ¿Quince años? Ríanse ustedes de la medida de tiempo universal de todas las cosas en Sevilla: ¿no han visto cómo está la calle del Infierno? Ocho días ocho después de que dejaran de funcionar los cacharritos, aquello está como si no hubiera habido feria nunca. Cómo será la cosa que dan un premio al que se tropiece con un papelajo revoloteando por la zona. Queda una caseta blanca con los toldos echados y poco más. Los miles de turistas que estos días se pasean por nuestras calles no sabrían decir dónde se instalaron las tómbolas ni la barca vikinga porque no hay rastro que delate la actividad que allí se mantuvo hasta el domingo 22 de abril. Y otro tanto cabe decir de los palcos de Semana Santa, que los desmontan en un periquete y levantan hasta el alquitrán pastoso. La cera no dura ni una semana y las casetas se desvisten a la velocidad con que las coristas se cambian de vestuario.

Qué traza nos damos para deshacernos de nuestras fiestas como esos asesinos que se deshacen del cuerpo del delito que los incrimina. ¡Por algo será!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación