Ciclones

El personal que se pone chulo, ya sea en una manifestación violenta o por un partido de fútbol, lo que necesita es su propia medicina

La Policía actuando contra unos hooligans ingleses AP PHOTO/PETER DEJONG
Antonio García Barbeito

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Los hemos dejado crecer, que se crean amos del mundo, que se sientan gladiadores de una nueva Roma, héroes de no sé qué cuento callejero, como un Espartaco de torso desnudo capaz de poderles a todos los que quieran pugnar con él. Los hemos dejado crecer, se nos han ido de las manos, porque, ya lo saben, aquí pasamos del palo y tente tieso a la prudencia y no levantes la mano, y se lo han creído, se han hecho los valientes y le pegan a quien tengan que pegarle. Son los nuevos ciclones que no anuncian en la información del tiempo sino en las páginas deportivas o sociales. Y se lo han creído los de aquí y los extranjeros. Antes, un extranjero se ponía chulo y llegaba cualquier uniforme y le enseñaba español de forma manual, y el extranjero hablaba en arameo, si se terciaba. Hoy, ya ven, sobre todo los ingleses nos tienen acojonaditos, en Mallorca y vayan donde vayan.

Habían anunciado que el ciclón «Leslie», que tiene nombre cursi de perrita, se había instalado cerca del Estrecho y amenazaba con fastidiarnos con lluvias torrenciales, vientos huracanados, tormentas y rayos vivos, y resulta que, cuando todos mirábamos para «Leslie», llegaron los hinchas ingleses para ver el partido de su selección contra la nuestra y arrasan con todo lo que encuentran al paso por Sevilla. Contra «Leslie» poco podemos hacer, si no es ponernos en lugar más o menos seguro, salir lo preciso y esperar a que pase; pero con este ciclón de los holligans sí que hay cosas que podrían hacerse, desde recetas manuales a jugárselo todo a la porra. El personal que se pone chulo, ya sea en una manifestación violenta como por las veras de un partido de fútbol, lo que necesita es su propia medicina. Eso de que un bando de tíos, españoles o extranjeros, se líen a volcar coches, a quemar contenedores, a lanzarles piedras a la Policía y aun a golpearlos, si pueden, eso tiene una solución que todos sabemos y nadie aplica, porque, claro, si la aplican, de entre nosotros —sí, de entre nosotros— salen gritos diciendo que a ver qué está pasando aquí, que Franco está muerto y se acabó la dictadura, y resulta que como Franco está muerto y ya no hay dictadura, tenemos que aguantarnos con estos ciclones y quedarnos quietos, hagan lo que hagan, nos insulten, nos escupan o nos tumben y bailen un tango encima de nosotros, digo de las fuerzas policiales. Al niño lo hemos dejado crecer a su capricho y nos come. ¿Que sale caro usar de la fuerza para defenderse? Pues más caro sale un despliegue como el que hacemos y los destrozos que causan los ciclones, y encima nos pintan la cara y se ríen de nosotros. Qué vergüenza.

antoniogbarbeito@gmail.com

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