Andalucía, cuarenta años después

Ya no nos conformamos con las palabras de los que quieren convencernos de que vivimos en el mejor de los mundos posibles

Los andaluces salieron el 4 de diciembre de 1977 con la bandera blanca y verde para pedir la autonomía Díaz
Álvaro Ybarra Pacheco

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Cuarenta años se cumplen hoy del 4-D de 1977, el día de las manifestaciones multitudinarias de los andaluces en demanda de igualdad con el resto de españoles. Los andaluces, guiados entonces por los profetas del andalucismo, a los que más tarde se sumaron todos los demás, identificaban en aquel año igualdad con autonomía, y autonomía por el artículo 151 de la Constitución, como las comunidades denominadas históricas. Basta con hacer un breve ejercicio memorístico para comprobar que Andalucía es hoy una comunidad muy diferente a la de entonces. El estado del bienestar, que durará tal y como lo conocemos mientras pueda pagarse, ha dotado a las clases más populares de medios que en 1977 no podía ni siquiera imaginar. La educación se ha generalizado, el nivel de vida ha subido y los miles de millones invertidos por Europa han contribuido a mejorar notablemente nuestras infraestructuras.

Si seguimos siendo los que tenemos menos renta y más paro de la Unión Europea (UE) es sin duda porque las demás regiones también han mejorado en casi todos los aspectos. Incluso algunas más que nosotros. De ahí que el índice de convergencia de Andalucía con la UE, el que mide el grado comparativo de prosperidad y desarrollo de las regiones, no haya logrado alcanzar la media comunitaria. Es más, desde los años previos a la última crisis el proceso de convergencia ha empezado a retroceder para señalar nuestro anquilosamiento. Esta debe ser la razón por la que las canciones que un olvidado Carlos Cano dedicó en la preautonomía a los emigrantes en Alemania, a los currelantes en paro o a los caciques autóctonos siguen estando vigentes. ¡Quién lo iba a decir! Tanto progreso y tantas modernizaciones para que sigamos en la cola.

Tal vez sea esta frustración colectiva por seguir descolgados, añadida al hecho de que los catalanes hayan amagado con romper España para conseguir privilegios como el cupo vasco, la que ha vuelto a reverdecer la celebración del 4-D, sepultado durante años por la festividad del 28-F, el Día de Andalucía señalado por las instituciones. Será que ya no nos conformamos con las palabras de los que quieren convencernos de que vivimos en el mejor de los mundos posibles y de que si algo no funciona la culpa es de Madrid, como entonces. Han pasado cuarenta años y varios gobiernos centrales de diverso pelaje y la autonomía ha liquidado buena parte de las ilusiones que suscitó, salvo para los que viven de ella. Pero ajeno a esta realidad el Gobierno de la Junta, apoyado esta vez por PSOE y Ciudadanos, ha aprobado unos presupuestos para 2018 de continuidad, como si Andalucía funcionara como un reloj de precisión. Y cuando convoque elecciones es muy probable que vuelva a ganarlas, como si no hubieran pasado cuarenta años de aquel 4-D.

@aybarrapacheco

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