El Apunte

Proteger al peatón

Urgen las medidas para evitar el paso de camiones o controlar excesos de velocidad pero no sólo en el casco antiguo

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A las ciudades de la provincia de Cádiz, a las mayores, más históricas, antiguas y pobladas, les quedan pocas industrias más allá del turismo, entendido como una oferta de ocio, hostelería y cultura para distintos tipos de público, de diversa procedencia, edad, y poder adquisitivo.

Entre su patrimonio destacan sus tradiciones, su población y un estilo de vida casi tan antiguo y mestizo como los monumentos que pueden contemplarse. Pero si todos esos visitantes potenciales, españoles o extranjeros, muy jóvenes o muy mayores, tienen un interés común es el de la calidad de vida. Ninguna prioridad como la calma, el reposo, la pausa y el paseo cuando se visita algún destino turístico en el que conocer y disfrutar.

Para conseguir, mantener o ampliar esa sensación de tranquilidad, el tráfico rodado es un gran obstáculo.

En cualquier gran ciudad, o incluso pueblo diminuto, en un paraje rural, es necesario acotar y regular el paso de automóviles y motos para que la experiencia turística sea tal. El Ayuntamiento de Cádiz parece haberlo entendido con medidas como la prohibición del paso de camiones por la Segunda Aguada, una decisión firmada por el actual alcalde tras años de peticiones. Ahora, hay que llevarla a la práctica.

En el centro, en el casco antiguo, destacan medidas como dedicar al peatón la plaza de San Juan de Dios hace años o, en cuestión de meses, hacer lo mismo con la plaza de España, al menos en su sector colindante con la de Argüelles. Pero hay más Cádiz que el casco antiguo.

Los vecinos de Extramuros necesitan medidas de protección similares, con vías libres de camiones, con acerados más anchos y mayor rigor en la vigilancia policial en zonas tan conflictivas (por peatones que cruzan de forma indebida o por conductores que se exceden en la velocidad) como la avenida Juan Carlos I. Aunque el Ayuntamiento de Cádiz ha avanzado mucho en el cierre de calles al tráfico durante los últimos 30 años –con distintos gobiernos, de distinta ideología–, ha llegado el momento de retomar proyectos que conlleven proteger a los peatones, también a los ciclistas, y avanzar algunos pasos más.

Un casco antiguo que tiene su mayor distancia posible en 1,8 kilómetros en línea recta y que tiene en el turismo cultural y nacional una de sus escasas esperanzas económicas debe abrir cada año más vías al paseo y cerrarlas al motor. Pero Extramuros también debe contagiarse de ese mismo espíritu.

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