Adolfo Vigo del Pino

Presidencia o penitencia

La semana pasada nos encontramos con otra perla más de nuestro alcalde que comunicó que no participará en la procesión del Nazareno

Adolfo Vigo del Pino
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Cari, que bajo a Cádiz un momentito», dijo Kichi con voz tímida. «¿Adónde vas a estas horas, chiquillo? -le preguntó Teresa con tono inquisitorio- Si ya tengo en el coche el camping gas, el camping luz, la tienda de campaña y ‘el Jardi’ nos está esperando en Los Caños». El alcalde, carraspeando un poco, le contestó agachando la cabeza, «es que voy a salir en el Nazareno…» «¿Cómoooo?» gritó la lideresa con más venas saltadas en el cuello que la Patiño en un Deluxe. «Pe-pe-pero no voy a salir presidiendo, sino acompañando a mi ‘mare’ en la penitencia, que tú sabes que yo sé diferenciar lo político de lo religioso», dijo un nervioso Kichi. «Sí, diferenciar, como se entere la Maestre vas a ver tú lo que es diferenciar lo religioso del resto, aunque no te veo yo con un sujetador puesto…», le espetó una malhumorada Teresa.

Cuando ya salía por la puerta le dijo él: «Por cierto, Tere, mientras que vuelvo me puedes ir haciendo unas torrijas de vino, que me gustan mucho». A lo que ella le contestó entre dientes, «una torrija es lo que te falta a ti…»

La semana pasada nos encontramos con otra perla más de nuestro alcalde. Este se dirigió a la Hermandad del Nazareno, a la del Regidor Perpetuo de la ciudad, a ese oráculo de tantas penas, sufrimientos, lágrimas y agradecimientos, para comunicarle que no participará en la procesión del próximo Jueves Santo como alcalde de la ciudad, que no irá en la presidencia donde le correspondería ir por ostentar el cargo que tiene en nuestra ciudad. En cambio, ocupará un lugar en la penitencia acompañando a su madre. Cierto es que le honra el acompañar a aquella que en su día le dio la vida, a esa madre devota de su Greñúo de Santa María, y con la que podrá ir a su vera por ser él hermano de la Hermandad del Arrabal. Pero no es menos cierto que nuestro alcalde vuelve a caer en otra incongruencia más en lo relativo a la Iglesia y a sus Hermandades.

Se le olvida al señor alcalde que si es hermano de dicha Hermandad es porque ocupa un puesto en el Pleno del Ayuntamiento, no porque haya pedido ingresar en la Hermandad por voluntad propia, ya que se le hizo hermano por el acuerdo que desde antaño existe en dicha Corporación de nombrar hermanos a todos aquellos concejales que así lo deseen. Es decir, que si no ostentara esa condición de alcalde o formara parte del Ayuntamiento, nunca se le habría ofrecido el hacerse hermano, por lo que por silogismo filosófico, algo que le gusta mucho a estas nuevas izquierdas, su condición de hermano está vinculada a su condición de político local.

Nuevamente, en un intento de no mosquear a las bases más extremistas y anticlericales, que no laicas, de su partido, el alcalde juega sobre una delgada línea entre lo que es la realidad y lo que quiere que sea «su» realidad. Y esta no es otra que aquella de que el alcalde, sea del signo que sea, representa a todos los gaditanos, y que como alcalde de todos los gaditanos debería de salir acompañando al Regidor Perpetuo de la ciudad, aunque sólo lo haga en la carrera oficial como antaño hiciera Carlos Díaz, sin que ello suponga inmiscuir los asuntos religiosos con los civiles, sino una simple cortesía con aquel al que hasta él presuntamente venera.

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