La Voz de Cádiz

Una petición de ayuda a los hombres

Diputación y UCA inciden en el papel masculino para prevenir la violencia de género

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La Universidad de Cádiz y la Diputación Provincial tuvieron ayer el acierto de prolongar la reflexión pública y la llamada de auxilio a los hombres. El objetivo es tratar de acabar, o al menos reducir, los trágicos números de la violencia machista. Los motivos le sobran a ambas entidades, a la sociedad entera. Los datos llegan desde la sucursal del Ministerio del Interior del Gobierno. Caben pocas dudas e interpretaciones. Con esto no se juega. Vienen desde la Subdelegación del Gobierno en Cádiz. Hablan de esa lacra nacional, universal, de la violencia de género, del machismo asesino y humillante que sigue cobrándose víctimas de una forma aterradora. Los datos confirman que el adjetivo no es nada exagerado. En la provincia, 2.474 mujeres denunciaron y tuvieron que ser protegidas el pasado año.

A ese número, alarmante, hay que sumar el de los casos que no se denuncian por miedo. Son difíciles de fijar y mejor evitar la especulación de cuantificar el miedo por aproximación. Las mujeres, oficialmente, consideradas víctimas de violencia machista en ese periodo en Cádiz tienen un retrato-robot. El grupo de afectadas más numeroso (más de un millar) tiene entre 35 y 41 años. Es la edad crítica. Pero lo más preocupante es que en las generaciones más jóvenes existe una dolorosa proliferación. Es un fracaso de toda la sociedad (padres, docentes, administraciones, medios, empresas...) que haya 42 niñas protegidas. Casi medio centenar de futuras mujeres, aún entre los 14 y 17 años, amenazadas, agredidas, custodiadas. Algo estamos haciendo muy mal todos para que nuestros pueblos y ciudades, nuestras casas, sean todavía fábricas de machos agresivos, incapaces de mantener relaciones basadas en la lógica, el respeto y la igualdad, incapaces de aceptar un ‘no’, una ruptura o la convivencia, fieras celosas y agresivas.

La idea de UCA y Diputación incide en prevenir estas conductas, para que sobre todo los varones aprendan a detectar cuanto antes las conductas miserables que acaban en tragedia. Pero parece imprescindible que todos tengamos otra charla en casa, en cada centro de trabajo, en cada grupo de amigos. Son demasiados los maltratadores. Demasiado jóvenes. No viven en un planeta lejano. Están entre nosotros. Somos nosotros. No podemos dejar esa herencia a los que vienen.

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