El Apunte

Otra vez el dinero perdido

Los casos cambian de nombre pero muestran siempre el descontrol de los fondos destinados a aliviar la sangría del paro

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Los acontecimientos y su frecuencia permiten que los andaluces interesados puedan considerarse expertos. Todo lo relacionado con ayudas a la creación de empresas y al fomento del empleo ha proliferado con insólita familiaridad en lo que va de siglo en esta zona de Europa. Cada programa de ayudas tiene una siglas y unos requisitos, un nombre, un plazo y una teórica finalidad pero todos, sin excepción, acaban en el mismo punto: Andalucía y la provincia de Cádiz conservan los mismos porcentajes, terroríficos de paro y el mismo número de empresas que antes de la llegada de ese maná.

A ese fracaso rotundo y colectivo se añade otro motivo de preocupación ciudadana: la falta de control. El dinero de Europa ha llegado a raudales pero nadie controla su buen uso.

El caso conocido ayer en Sanlúcar tiene matices diferentes pero comparte una misma raiz con los episodios de Oubiña (Bahía Competitiva), de Ángel Ojeda (cursos de formación) o con el vasto episodio de los ERE. Haya o no delitos o faltas, con la sagrada presunción de inocencia por delante, siempre aparece un mismo elemento: una gran cantidad de dinero se destina a una hipotética creación de puestos de trabajo, de industria y riqueza colectiva que nunca llega. Sea por torpeza, por negligencia ‘in vigilando’, por un laberinto burocrático, por mal planteamiento, por lo que quiera pensar mejor o peor cada cual pero el resultado es idéntico: el dinero acaba en desperdicio (a falta de que la Justicia establezca si fue a parar a bolsillos de alguien) y los parados siguen sin empleo.

Andalucía, como territorio pobre de la Unión Europea, ha recibido durante demasiado tiempo un caudal de dinero que sus gobernantes no han sabido manejar. Nunca supieron hacer que llegara a las manos adecuadas, a la de los parados que precisaban de formación, a los empresarios con planes rentables y realistas. Son hechos, números, nunca opiniones. Puede que la chapuza sistemática que reciba nombres distintos pero el hecho de que la Policía siempre vaya por detrás buscando restos de algo es la prueba del delito político, del crimen social. Esta vez son dos millones y medio en Sanlúcar. Antes fueron 50 en El Puerto, o 300 por todas partes. Lo único cierto es que se pierden. El dinero y, sobre todo, las oportunidades.

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