La ciudad nueva

Esta pandemia debe propiciar un cambio de óptica en la distribución de nuestros asentamientos, apostando por núcleos de población de tamaño medio con mayor proporción de espacios peatonales

Imaginen un grupo de dinosaurios observando con espanto un meteorito cada vez más grande que acabaría por levantar una enorme polvareda sobre la superficie terrestre; junto a ellos un simpático ratón exclama: no lo veáis como una crisis sino como una oportunidad. A ese tatarabuelo ... de Mickey Mouse le asistían razones para el optimismo, como consecuencia de aquel fenómeno los mamíferos crecieron y se multiplicaron por todo el planeta. Sostenía Aristóteles que la condición esencial para hacer posible la ciudad ideal es la salud de sus habitantes, veinticuatro siglos después lo demuestra una molécula envuelta en diminuta cápsula de proteína y grasa, el Covid19 que se extiende por aglomeraciones y espacios cerrados; puesto que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, centenares de expertos debaten acerca del futuro modelo urbano poscovid, pensando más en la pequeña escala que en los sistemas metropolitanos. La anterior crisis auguró la “refundación del capitalismo”, pronóstico absolutamente desacertado. Esta pandemia, además de conseguir un incremento del gasto en investigación y sanidad pública, debe propiciar un cambio de óptica en la distribución de nuestros asentamientos , apostando por núcleos de población de tamaño medio con mayor proporción de espacios peatonales.

Las medidas transitorias adoptadas durante el confinamiento han desatado un justificado anhelo por ciudades más próximas y respetuosas con el medio ambiente. Hay cierto consenso en que los descensos del tráfico y la contaminación, así como el incremento del teletrabajo, invitan a la amabilidad urbana que hemos podido disfrutar. La arquitecta e investigadora Nerea Calvillo explica cómo el Covid19 ha revelado que el recogimiento en un entorno habitable resulta un privilegio, que el turismo de masas destroza las ciudades , y que los trabajos necesarios son aquellos que realizan las personas. También hemos visto de nuevo a los animales que hasta hace poco convivieron con nosotros; aguas limpias y aires transparentes. El arquitecto y profesor Juan Herreros concluye a raíz de esta emergencia que hemos de cuidar la calidad del aire pues la contaminación mata; reforzar la presencia de la naturaleza en las ciudades, mediante azoteas verdes, huertos urbanos y bulevares con árboles; y renunciar al coche a favor de los sistemas blandos de movilidad. Manuel Herce, Premio Nacional de Urbanismo, recuerda que movilidad y transporte no son términos equivalentes , pues en el segundo hay negocio. Necesitamos estaciones de transporte colectivo con aparcamientos gratuitos en la periferia, y dejar de construir carreteras con criterios de velocidad. Norman Foster, premio Pritzker de Arquitectura, propone espacios públicos más saludables, limpios y verdes; menos carreteras y estacionamientos; más espacios para peatones, ciclistas y terrazas; así como edificios más saludables, en los cuales es preciso mejorar la calidad del aire.

Destaca el proyecto de “La ciudad de los quince minutos” de la alcaldesa de París Anne Hidalgo con idea que los ciudadanos puedan cubrir sus necesidades básicas sin desplazarse más de quince minutos a pie o en bicicleta. En Barcelona se ha redactado un Manifiesto por la Reorganización de la Ciudad Tras el Covid-19, que pide “devolver la ciudad a las personas, reorganizar la movilidad, renaturalizar y desmercantilizar la ciudad”. Este texto se ha elevado a la alcaldesa Ada Colau con miles de firmas. Garantizar que todas las personas dispongan de una casa digna, eliminar los cruceros y rechazar la construcción de nuevos museos, son algunas de las medidas que concreta el documento, cuya lectura sugiere la conveniencia de proponer algo semejante para nuestra ciudad, un Manifiesto por la Reorganización de Cádiz .

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios