OPINIÓN

Don José Pedro y los dioses

Llegó Apolo, ahora en busto de mármol, aunque antes lo hizo para quedarse en el Asklepeion de la Casa del Obispo

Decía José Pedro Pérez-Llorca , el padre gaditano de nuestra Constitución, que se sentía agradecido por haber tenido la suerte de haber nacido en la salada claridad de La Caletilla de Rota. Desde su casa, en esa plazuela de la Alameda, el niño ... y el joven José Pedro tenía como horizonte el mismo mar por el que llegaron a Cádiz los héroes y los dioses, unos mitos que esta semana pasada volvieron a visitarnos, esta vez por tierra y desde el Museo del Prado. Seguro que don José Pedro, desde la Presidencia del Patronato del Museo, tuvo mucho que ver en esta última visita de esos dioses tal como los imaginaron Rubens, José de Ribera, Michel Ange Houasse, Frans Francken, Brueghel el Joven, van Eyck, Albani, Gianquinto, Zurbarán, Cossiers y otros grandes artistas. El busto romano de Homero nos sirve de introductor en la exposición, que vamos a tener en exclusiva hasta enero, para explicarnos con El juicio de Paris, El sacrificio de Ifigenia, La despedida de Héctor y Andrómaca y El incendio de Troya, como sus héroes pudieron llegar a Cádiz. Don José Pedro ya apuntó la gaditanía de la ninfa Calypso , así que Ulises, en su periplo, tuvo que llegar a las islas gaditanas porque quién puede discutir con seguridad que la isla de Ogigia no fuese Cádiz. Por el mismo mar que el niño José Pedro veía desde su ventana llegó Hércules para fundarnos, antes o después de esos trabajos que nos muestra Zurbarán o el bronce con el centauro de la exposición; hasta podemos imaginar en Sancti Petri la apoteosis del héroe de Borkens. Y tras él llegaron otros. Llegó Apolo, ahora en busto de mármol, aunque antes lo hizo para quedarse en el Asklepeion de la Casa del Obispo. Posiblemente también nos visitó Atenea o Hermes y seguro que tuvo que hacerlo Neptuno; que mejor sitio que Cádiz para el encuentro entre Anfitrite y el dios del mar que nos recrea Frans Francke. Hubo algunos que tuvieron casa fija en Cádiz. En el entorno de la Caleta la tuvo Astarté, reconvertida en Venus de mármol, y por los alrededores del olvidado castillo de San Sebastián residió Saturno, el que Fachetti pinta con el signo de Capricornio y que, además, inventó los carnavales, aunque después Baco-Dionisios se apropiara del invento. Quién puede dudar de la gaditanía de esos dioses cuya presencia era inexcusable en la exposición: el mármol neoático representando el éxtasis dionisíaco, o los cuadros sobre Baco firmados por José de Ribera, Erasmus Quellinus o Michel Ange Houasse. Dicen que en la Torre Tavira hubo un templo dedicado a la Venus Marina; debe ser un error porque, habida cuenta que los dioses trascienden el tiempo, los carnavaleros Saturno y Baco hubiesen reclamado sus derechos sobre el Museo de Carnaval y disputado la residencia a Afrodita. O quizá si que hubo sus más y sus menos, un conflicto de vivienda, en este caso entre dioses, algo que, en Cádiz, tampoco debería extrañar y que vendría a demostrar que los eternos problemas de alojamiento en Cádiz vienen pero que de muy antiguo . Y, mientras no se resuelvan, que mejor que disfrutar de la magnífica exposición del Museo del Prado que, en gran medida, debemos al empeño de Don José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo que imaginaba la llegada de dioses gaditanos desde su ventana en La Caletilla de Rota.

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