Los buenistas

Hoy día cualquier incapaz con carné de la muy politizada Asociación Pro Derechos Humanos -o lo que es peor para esta profesión- de la Asociación de la Prensa, da continuas lecciones sobre qué hay que publicar y qué no en según qué asuntos

Batucada organizada por la Asociación Pro Derechos Humanos en Cádiz. L. V.

En estos momentos hay una niña de 15 años de Cádiz que aún vive con el susto en el cuerpo. Y lo que le queda. A ella y a su familia. El pasado fin de semana salió con sus amigas por la Punta de San ... Felipe y cuando volvía andando a su casa fue asaltada por un individuo. Afortunadamente podemos hablar de un susto gracias a la intervención de una pareja y la rápida actuación de la Policía, porque de lo contrario estaríamos haciéndolo de una violación. Aquí mismo, en nuestras calles, en la misma Avenida de Astilleros que ardía hace pocos días por las manifestaciones del Metal. Y nosotros, los gaditanos, deberíamos estar hablando de cómo hacer frente a estas situaciones, de cómo se pueden coordinar las fuerzas de seguridad para mejorar la vigilancia en según qué lugares y a qué horas. De cómo el Ayuntamiento puede organizar mejor los servicios de autobús para que nuestros jóvenes y adolescentes no tengan que volver andando a esas horas a sus casas desde allí. De cómo insistir, insistir e insistir en la educación, en la prevención. Pero que se sepa no ha habido ninguna convocatoria urgente de coordinación, ni hay ningún comité de expertos municipal que haga seguimiento de estos asuntos. En estos tiempos buenistas que vivimos, de patética superficialidad, de tan pobre nivel de madurez colectiva, todo lo arreglamos en las redes sociales. Desde el ciudadano de a pie al político. Todo se limita a un comentario a través de nuestro Facebook, nuestro Instagram o nuestro Twitter. Y a otra cosa.

Y por supuesto el debate no se centra en el intento de buscar soluciones, o al menos en tratar de poner las cosas lo más complicadas posible a los delincuentes. No. Por increíble que parezca, siempre se busca desviar la atención, politizando el asunto. En este caso concreto lo importante, por lo visto, era si resultaba necesario publicar en los medios de comunicación que la nacionalidad del asaltante es marroquí. Que lo es. Los buenistas. Siempre al quite. Años llevan diciendo que es mejor no hablar de suicidios en la prensa ya que puede incitar a tirarse desde un octavo. Y de repente, alguien decide que la salud mental deja de ser tabú. Y ya sí se puede. Por supuesto no hay problema en dar todo tipo de detalles sobre los indeseables miembros de la tristemente famosa «manada» sevillana, o de Miguel Carcaño, o de cualquier delincuente mientras su nacionalidad sea española o europea. Pero si es marroquí no, porque, según ellos «incita al racismo». Se pongan como se pongan los adalides de la ética, la corrección y el buenismo, es un dato relevante para la información. Al menos tanto como los miles que se dan en tantas otras informaciones por las que ninguno de ellos protesta. Y si un exaltado de ultraderecha hace un uso inapropiado de ello la culpa no es del mensajero, al que tan fácil es ‘apedrear’ públicamente. Hoy en día, cualquier incapaz con carné de la muy politizada Asociación Pro Derechos Humanos –o lo que es peor para esta profesión– con el de Asociación de la Prensa, se cree con derecho a dar lecciones sobré qué y cómo hay que publicar en según qué asuntos. Creyéndose siempre en posesión de la verdad, convencido de que su discurso es el más puro, el más ético. Evidentemente siempre en la misma dirección y dejando de lado lo verdaderamente importante. Que no es otra cosa que poner todos los medios posibles para que ninguna niña tenga que pasar por lo que ha pasado esta joven gaditana. Si todos estos adoctrinadores quieren de verdad aportar y no están capacitados para hacerlo de mejor forma que a través de una mensajito en redes sociales –o a lo sumo con una pancarta, un megáfono y una batucada– que al menos intenten hacerlo de forma constructiva, proponiendo soluciones. Y si no, es preferible que callen de una vez y dejen de dar lecciones. Cansinos.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios