Adolfo Vigo

España se quema

Si una esquina de nuestro país quiere marcharse, hay otra que está sufriendo uno de los mayores calvarios de su historia

Desde hace unas semanas no paramos de oír que España se rompe. La embestida soberanista, el sueño catalán puede hacer que nuestro país se rompa por una de sus esquinas. Llevamos días pegados a los noticiarios atentos a las maniobras por parte del Gobierno para parar esta fractura, los llantos independentistas pretendiendo una mediación para poder salir del laberinto en el que se han metido. Muchos españoles se han convertido en expertos constitucionalistas a la hora de aplicar el artículo 155 de la Constitución española. ¿Pero qué ocurre en el resto del país en estos días? Pues que España se quema.

Si una esquina de nuestro país quiere marcharse, hay otra que está sufriendo uno de los mayores calvarios de su historia, y levantan sus manos para recibir la ayuda del resto del país. Esas mismas banderas de España que pasearon por Barcelona como un grito de unidad, hoy huelen a hollín y están manchadas por las cenizas de nuestros montes. Galicia y Asturias arden, y no por combustión espontánea o por efecto de la propia naturaleza, sino por la mano maldita del hombre, ese hombre que es incapaz de convivir con el monte si hacerle el mínimo daño. Duele ver como el fuego quema y mata en su voraz caminar sin poder hacer nada, salvo mirar al cielo para que llegue la ayuda en forma de lluvia. Destroza el corazón ver a personas mayores llorar ante la devastación de sus casas. Se agarrotan las manos de apretar los puños ante la impotencia de ver las llamas avanzar por los pueblos.

La verdad es que, por mucho que se quiera explicar psicológicamente, no entiendo que placer se puede obtener de ver arder los arboles. No entiendo que puede llevar a que alguien recorra varios kilómetros con la premeditación de causar ese mal. Nada me lo justifica, salvo el hecho de que ese ser debe de tener el alma tan negra como el campo tras su paso. Malditos seáis por vuestros cobardes actos contra la madre naturaleza.

Si es repulsivo, es el hecho de que haya seres, que comparten la condición de humanos conmigo aunque deben de ser primitivos o sin evolucionar, que gocen con prender fuego a nuestro país, también me parece vomitivo el hecho de que haya ciertos políticos que pretendan sacar rédito de estos incendios. Me parece patético el chiste realizado por Echenique en las redes sociales intentando echarle las culpas a la Junta de Galicia presidida por el Partido Popular. Deleznable son aquellos dirigentes que, ante la tragedia vivida por muchos conciudadanos, en esos momentos en los que el fuego acechaba en los portales de muchas casas, han pretendido echar las culpas al político de enfrente alegando recortes en las medidas. Pseudopolíticos todos estos, que aprovechan el mínimo resquicio para echar leña al fuego y avivar las divisiones entre españoles, sin respetar el duelo que supone la tragedia para muchas familias lo que se está viviendo en el norte. Políticos de muchos rincones, de todos los niveles, que en vez de arrimar el hombro en estas situaciones, mancharse las manos de negro del carbón de las brasas, se dedican a dar lecciones de palabrería vacías de contenido, de gestión fantasma.

España se quema por la mano del hombre. Pirómanos que habitan entre los arboles de nuestros montes, y pirómanos que pululan por el mundo de la política. España se quema y no hay lagrimas suficientes para apagar sus fuegos.

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