JULIO MALO DE MOLINA - OPINIÓN

Errático PSOE

El coste a medio plazo puede resultar esta vez grave para un partido tan histórico como mutable

JULIO MALO DE MOLINA
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Escribía Claude Roy: «En la Biblioteca del British he esbozado una genuflexión ante el lugar habitual de un exilado barbudo al que su madre le reprochaba que hubiera arruinado su vida escribiendo ‘El Capital’ en lugar de amasar un capital».

Carlos Marx nació en 1818 en la ciudad alemana de Tréveris, donde muchos siglos antes fue decapitado por hereje Prisciliano, obispo de Ávila; Marx se exiló a Londres en 1849 donde escribe una obra que aún es de lectura obligada para entender las claves de la economía como motor de la historia.

El conjunto de su pensamiento, contenido también en otros muchos escritos, en algunos de los cuales participa Federico Engels, configuran una cosmogonía que ha influido notablemente en el desenvolvimiento de la humanidad; no en vano él mismo proclamaba: «Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar la realidad, ahora se trata de transformarla».

Algunas guías de Londres recomiendan visitar un frondoso cementerio situado al norte de la ciudad. Highgate ofrece un paseo encantador durante el cual se puede visitar el Memorial al pensador alemán que fue enterrado allí en 1883.

Probablemente el visitante encuentre estos días la tierra removida en su derredor, tal vez por acontecimientos que hoy mismo se desarrollan en nuestro Parlamento, donde el partido que lleva las siglas de la sección española de la Segunda Internacional Obrera fundada por los primeros marxistas, facilita la continuidad en el gobierno del Estado a una formación de derechas cuyas políticas se han venido encaminando a desmontar los avances sociales conquistados a lo largo de más de cien años de luchas obreras.

Pero la historia viene de más atrás, al menos desde que en 1974 un grupo de jóvenes consiguen durante el 26 Congreso del PSOE desplazar de la dirección del histórico partido a Rodolfo Llopis, partidario de la tradición marxista y republicana del veterano grupo.

Según Pilar Cernuda en la operación participa el entonces coronel Casinello quien se había infiltrado en la formación clandestina como agente de la inteligencia militar española. Se sabía que con la muerte de Franco sería inevitable la recuperación de un régimen democrático en el cual sólo un partido socialista moderno podía contener la fuerza del PCE que por entonces lideraba la lucha contra la dictadura, lo cual preludiaba una situación semejante a la italiana en la cual los comunistas alcanzaban el 40% de los votos y sólo un inestable pacto «pentapartito» evitaba que formaran gobierno.

Ya en el 28 Congreso del PSOE de marzo de 1979 se plantea la renuncia al marxismo que fracasa y Felipe González dimite para forzar seis meses después el 29 Congreso que aprueba finalmente el abandono de Marx.

En pleno proceso de cambio del modelo bipartidista configurado por la Transición, ese PSOE que hace 38 la protagonizó, se ha encontrado envuelto en una situación contradictoria que ha desembocado en la destitución de una dirección elegida por la militancia para introducir un cambio de política conducente a permitir la continuidad de Rajoy con un tercio de los votos emitidos y enrocado en su política contraria a los principios de solidaridad consustanciales a la socialdemocracia que aún el PSOE dice propugnar.

Un cambio que no cuenta con la aprobación de muchos militantes ni de los votantes que aún mantiene. El temor a unas terceras elecciones y la presión de los poderes fácticos han forzado esta posición cuyo coste a medio plazo puede resultar, esta vez, grave para un partido tan histórico como mutable.

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