Chapu Apaolaza

Guiris

España tiene una relación muy extraña consigo misma, pues resulta incapaz de decidirse entre si este país es el mejor sitio del mundo o si este país es una puñetera mierda

Se han abierto las fronteras a países que no son de la UE, pero no podrán venir de Brasil, Rusia, ni Estados Unidos. A ver con quién va a ligar la gente. Conozco a uno de Pamplona que seducía a las guiris cuando se bajaban ... del autobús en Benidorm y caían enamoradas de él antes siquiera de tocar el suelo, como si ligara de volea. Cuenta que un día le dieron calabazas por otro chaval que sabía inglés, buscó una academia y ahora habla ocho idiomas

Voy a echar de menos a los extranjeros. Tengo mono de guiris. Nos quedamos los de casa, dirán, pero yo estoy harto de veros. Sabéis tomar el sol sin quemaros, es verdad, conocéis el arcano de la cerveza bien tirada y la mejor tapa de garbanzos con espinacas de Sevilla, no vestís sandalias con calcetines y coméis a las cuatro de la tarde, oh la civilización, y a todos decís, oye que como en España no se vive en ninguna parte, aunque hay otros sitios en los que se vive muy bien. Martín Bianchi ha rescatado una portada de ‘Hola’ en la que Julio Iglesias confiesa que en un momento de su vida tuvo que elegir: “psiquiatra o Bahamas”. Estas cosas se podían leer en la prensa antes de que nos pusiéramos intensitos, ‘wokes’ y ‘tratrás’ perdidos, pues ahora no hay quien nos aguante. España tiene una relación muy extraña consigo misma, pues resulta incapaz de decidirse entre si este país es el mejor sitio del mundo y si es verdad que como se vive -se come, se trabaja, se liga, se va a cualquier parte en un momentito- no se vive en ninguna otra parte, o si este país es una puñetera mierda. En muchos casos se sostienen ambos extremos sucesivamente y crean una dislocación patria de la que emanan muchas neuras como la del estigma de que somos un país de camareros, que es una queja más clasista que solidaria. ¿Qué problema tienen con los camareros? También se aplica con el visitante sobre el que proyectan de una sola vez sentimientos de superioridad e inferioridad, y así el norte de Europa supone la medida de todas las civilizaciones, pero los alemanes los suecos son vistos como tipos merecedores de chanza y ridículo por no saber extenderse la crema solar.

No sé qué va a ser de mi Españita sin guiris que la vean bonita, sin ese tipo de Connecticut cuyo sueño es vivir en Donosti sin haber siquiera pisado Donosti. A qué purgatorio irán los platos de ensaladilla revenida, quién se emborrachará con las jarras de sangría asesina, quién leerá las cartas de los restaurantes antes de entrar, quién pedirá el plato combinado de la foto y dirá que esa tortilla de patata más dura que el pecho de Abascal es ‘awesome’, ¿eh? Quién. Pienso hoy en quién se comerá toda esa comida que no serviríamos ni a nuestro perro, quién se maravillará con nuestras cosas y nuestros pueblos de los que nos sentimos tan orgullosos un segundo antes de decir que en nuestro pueblo no hay quien viva y que también es una puñetera mierda. Si no vienen los norteamericanos, de quién presupondremos que no tienen nociones de geografía, como si nosotros supiéramos la capital de Minnesota, que no tienen cultura, que no saben. En ojos de quién nos encontraremos interesantes, guapos, privilegiados, vivos al fin y al cabo. Gracias a quién nos sentiremos superiores por haber nacido aquí, como si tuviera algún mérito

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