El Apunte

Carnaval politizado y con sobresaltos

Los inexplicables cambios en el Concurso, la continuidad en la calle y el lamentable caso de la intoxicación alimentaria marcan la edición 2016

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A falta de la postrera jornada de hoy, del nostálgico Domingo de Piñata, el Carnaval de Cádiz de 2016 es historia. Es el primero, tras 20 años de Ayuntamiento monocolor, con un gobierno municipal renovado, rejuvenecido y pretendidamente revolucionado. Habrá tiempo de valorar la primera edición de la mayor fiesta de la ciudad con el ejecutivo de José María González al mando, un hombre que proviene del mundo de la comparsa y el Falla. A falta de un análisis más sosegado, parece que la politización y el sectarismo, la revancha injustificada, ha llegado también al mundo carnavalesco. Los caprichosos cambios en el certamen a la hora de vender entradas o prolongar la Final parecen tener únicamente la intención de cambiar por cambiar, por desprecio a todo lo anterior, aunque funcionara y hubiera desterrado la reventa.

El pregón fue un fiasco y la recuperación del Dios Momo, un acierto. La programación en la calle ha seguido su curso. Cuando se ha impuesto la lógica y el continuísmo, han llegado los aciertos. El nuevo concejal de Fiestas ha calcado el programa de sus precedesores y ha ido bien. El cambio de ubicación de la carpa es más que revisable por su cercanía a demasiadas viviendas, lo que no significa volver a ubicarlo junto a un instituto. La limpieza ha funcionado, el tráfico no mejorará hasta que la avenida de Huelva tenga continuidad desde el segundo puente y la seguridad no ha supuesto, hasta la jornada de hoy, ningún sobresalto. El lamentable episodio de la intoxicación alimentaria debe servir de último toque de atención. La tolerancia hacia los que dicen buscarse la vida nunca puede poner en peligro la salud de los vecinos. Se imponen más inspecciones, mejores y a tiempo. Cuando ya se ha producido la infección sirven de bien poco.

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