Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Con la cabeza o con las tripas

A veces no es necesario nada más. Casi siempre basta con cerrar la boca y abrir los oídos. Callar y saber escuchar. Sobre todo a quienes realmente saben.

Ignacio Moreno Bustamante
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Aveces no es necesario nada más. Casi siempre basta con cerrar la boca y abrir los oídos. Callar y saber escuchar. Sobre todo a quienes realmente saben. A aquellos que han dedicado una vida entera a documentarse, a aprender, a analizar con inteligencia, sin prejuicios. A culturizarse. Y entonces sale a la luz la verdad que se basa en el sentido común, en la lógica, en la experiencia de tiempos pasados. Verdades hay muchas, cada cual tiene la suya. No vamos a repetir aquí los versos de Machado. Pero cuando se busca a través de todos esos elementos, es más difícil equivocarse.

El pasado lunes estuvo en Cádiz una de esas personas a las que uno no se cansa de escuchar.

Porque oírle es aprender. José María Carrascal está en el imaginario de todos nosotros como aquel presentador de las noticias de Antena 3 en los años 90 que soltaba su ‘speach’ sentado en el borde de la mesa del estudio luciendo corbatas de lo más inverosímiles. Pero este señor es mucho más que eso. José María Carrascal es un libro abierto. Un pozo sin fondo de sabiduría. Una mente privilegiada que, además, tiene la generosidad de poner al servicio de todo aquel que quiera escuchar. Que sepa escuchar. El análisis que hizo sobre la historia y el momento presente de España fue sencillamente brillante.

No se trata de poner etiquetas y ‘comprarle’ sus ideas o descartarlas directamente según la tendencia política de cada cual. De los prejuicios de cada cual. Se trata de analizar sus palabras y alcanzar conclusiones. Y les puedo asegurar que todo lo que pudimos oír los que tuvimos la suerte de asistir a su charla está basado en lo que les decía al principio: lógica, sentido común, análisis y experiencia. Es difícil no estar de acuerdo con su idea de que sería absurdo y un error colectivo destruir lo que en España se ha construido durante las cuatro últimas décadas. Con errores y aciertos, los partidos constitucionalistas han levantado un sistema que a causa de la crisis y la corrupción ahora está en peligro. Y lo está porque una serie de políticos adolescentes han sabido llegar a millones de españoles contándoles lo que quieren oír, realizando diagnósticos certeros en la mayoría de los casos. Pero con un grave problema, que no proponen un tratamiento de curación. No dan alternativas. Simplemente echan por tierra lo anterior desde sus sesgados puntos de vista. Han detectado todo aquello que está mal, pero no tienen la menor idea de cómo arreglarlo. Como dijo Carrascal, todo su ideario se basa en el odio. Y sobre esa base es imposible construir nada bueno.

Hoy volvemos a estar llamados a las urnas. A votar. Y sólo podemos hacerlo de dos formas. Con la cabeza o con las tripas. En nuestra mano está la papeleta.

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