OPINIÓN

Brequinbá

Las aulas del Sur de nuestro Sur se nos llenan de chavales iracundos, malotes desnortados, que dan mucha pena

J. LANDI

Si tenía usted curiosidad por conocer Nuevo México, el sur de los Estados Unidos de América o la frontera Norte mejicana, no se moleste. Ahórrese el dinero. Ya se lo traen aquí, gratis (o no). Si quiere conocer qué tal es lo de vivir entre dos mundos fronterizos, entre la presunta riqueza y la teórica pobreza, ya lo tiene servido. Además, aliñado con vallas llenas de cuchillas, remedos de muros que nos espantan cuando los anuncia un patán con ridículo flequillo pero nos dejan tal cual cuando las ponemos nosotros.

Tenemos poco que envidiar a Tijuana y Alburquerque. Las series que se hacen aquí no son tan buenas pero todo es ponerse. No es lo mismo ‘El Niño’ vejeriego de ojos marinos que Bryan Cranston pero conviene recordar que este último nació en San Fernando (pero de California). Más allá de los nimios detalles, viene a ser igual. Capos como Sito (Gus Frings para los iniciados) trabajan en aparcamientos para disimular que mueven millones en farlopa. Siempre que haya consumidores, habrá productores. Un grupo de sicarios armados y encapuchados entra en un hospital para sacar a uno de los suyos. Si no es una escena de película o serie, que venga Gilligan y lo vea. Los malos van ganando hace mucho, como en la pantalla, porque tienen más dinero, mejores coches, más manos y mejor cabeza. Los golfos siempre van por delante. Aquí y en Sinaloa. Se alimentan en el huerto seco que dejan los papanatas con sus discursos. Esos que se acusan de lo que compete a todos: fracaso escolar, falta de horizonte laboral, paro pandémico y familias podridas por adicciones paliativas.

Ya se sabe que con policías no se arregla todo pero sin los suficientes, tampoco se soluciona mucho. Resulta gracioso –como el mejor cuarteto– escuchar a un delegado del Gobierno decir que «hacen falta medidas sociales, laborales, educativas». Pero da mucha fatiga que se las pidan a la Junta. Casi tanta como que la Junta se las pida al Gobierno. Qué han hecho unos y otros durante los últimos 35 años ¿qué? ¿acaban de averiguar que La Línea es territorio comanche, que se trata de un problema profundo, multidisciplinar que diría un asesor podemista?

Estar muy bien dotado tiene un gran inconveniente: necesitas exhibirlo. Ya sea de osadía, de resintimiento, de odio, de tetas o genitales, de venganza o músculo, hay que mostrarlo. Si queda oculto, para qué. Asalta un hospital el que puede, aquel al que le interesa. Mete un millón de kilos de droga el que se atreve. Dice una amiga –afortunadamente experiodista y ahora profesora de Secundaria en un instituto linense– que nunca había visto llorar cada día a tantos docentes como desde que trabaja en un instituto de allí. Pocas explicaciones más necesitas. Las aulas del Sur de nuestro Sur se nos llenan de chavales iracundos, malotes desnortados, que dan mucha pena. Como Jessie Pinkman.

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