Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

233.066 Kichis

Los pacientes de cáncer sólo quieren curarse de su enfermedad; no entienden de sectarismos

Ignacio Moreno Bustamante
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Por orden del señor alcalde, se hace saber que nuestro excelentísimo primer edil de la muy noble ciudad de Cádiz donará este mes 1.373 euros a la asociación Calor en la Noche». Albricias. Alabado sea. Qué gran gestor y mejor persona. Qué compromiso. Cuánto altruismo. «Y por orden del señor alcalde, se hace saber también que el mes que viene hará lo propio con el colectivo de trabajadores del metal». Aleluya. Viva la gente, la gente del pueblo. Muerte a la casta. La gente reconoce que su alcalde es el mejor entre los mejores. La casta nos roba. La casta es corrupta. El pueblo es sabio. Ignorante, pero sabio en su ignorancia. ¿Cómo? Lo que yo te diga, Juan. Aunque, también es verdad, ya hace más de un año que no ha vuelto a hacer público ningún ‘bando’ municipal para anunciar nuevas donaciones en la magnífica web de transparencia que tan felices hace a los gaditanos.

Desde enero de 2016 no sabemos si sigue donando o se lo gasta en trajes de Eutimio. No importa. Muchos más como él harían falta para que la gente borre los nubarrones de la infelicidad y alcance una catarsis de alegría desbordante gracias a gente como él y los pasodobles de su comparsa.

De hecho, harían falta exactamente 233.066 Kichis para igualar lo que ha donado una sola persona, Amancio Ortega, a la Sanidad Andaluza. ¿Cómo? ¿Amancio Ortega? ¿El de Zara? ¿El empresario que explota a niños y mujeres de Bangladesh? No, no. Ni hablar. El sistema sanitario se tiene que financiar por si mismo. Claro, claro, pero entre que si sí o si no, podemos salvar miles de vidas. De la gente. Y de la no gente. De todos, sin mirar si tiene carné de afiliado a algún partido. Sólo en base a un diagnóstico médico que indica que padece cáncer. Pues no. Deben ser daños colaterales, como los de la guerra de Irak de Bush y Aznar. De ese burro no nos bajamos.

Mire ‘usté’ que es grande el Universo. Miles de millones de estrellas, millones de galaxias como la nuestra. 93.000 millones de años luz de diámetro. Eso sólo hasta donde el ser humano ha sido capaz de observar. Pero se sigue expandiendo hasta el infinito. Tan grande que hasta abruma pensarlo. Y sólo cabe una conclusión: forzosamente tiene que haber vida en otros planetas. No sólo en uno o en dos, sino en miles de ellos. Pues fíjese que ha tenido que ser en este, en el que compartimos usted y yo, donde se ha desarrollado una forma de vida, una inteligencia, tan sumamente estúpida. Y sectaria. Nos ha tocado. Tenemos que compartir oxígeno, paisajes, calles y urinarios públicos con unos cuantos iluminados que rechazan este tipo de donaciones en base al más ridículo de los argumentos. Sin importarles lo más mínimo lo que opinan los afectados, que lo único que quieren es curarse de su enfermedad. Sin más. Gracias a iniciativas como la de la Fundación Amancio Ortega, su sueño está un poco más cerca.

Sin embargo, curar la estupidez es mucho más complicado. Contra eso, me temo, no hay remedio.

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