Un acuerdo necesario para echar agua al fuego

Pleno invierno. Calefacción. Épocas (qué decir también del verano) que someten a la mayor exigencia a esos héroes que en realidad son trabajadores. Con sus problemas para llegar a fin de mes, para llenar la cesta en el súper, con sus salarios menguados por el aumento de precios, sus largas jornadas de trabajo y su negociación de convenio. Como cualquier currante, pero cuyas actuaciones se mueven en esa fina línea entre la vida y la muerte y necesitan de la máxima concentración y disponibilidad física y mental.

La labor de los bomberos siempre estará muy por encima del sueldo que reciben. Es indiscutible. No tiene precio salvar vidas. Es una de esas profesiones, como la de sanitarios, militares o agentes de Policía y Guardia Civil cuyo reconocimiento nunca será del todo justo.

Pero lo es también que son piezas de un mercado productivo y las subidas de la nómina están a merced de la actual coyuntura económica, marcada por la inflación y la desaceleración. Resulta necesaria la cesión por las dos partes para alcanzar un acuerdo que posiblemente no satisfaga a nadie del todo pero se acerque mucho a ese término medio.

También es preocupante las carencias de medios tanto materiales como humanos que denuncian los sindicatos. En estas situaciones, además de aumentar las partidas, resulta necesaria una gestión pulcra y profesional para optimizar todos esos recursos.

El conflicto entre varios sindicatos y el consorcio se ha encallado y cada día sin acuerdo es un día perdido. El desgaste hace mella no sólo a nivel psicológico sino también en el prestigio de un cuerpo que ya protagonizó lamentables imágenes con el asalto al palacio de Diputación y que no se puede permitir un nuevo incendio entre sus trabajadores.