Cortadura como símbolo de la ciudad

La dejadez y los problemas de suciedad que sufre esta barriada de Cádiz son una metáfora de la situación que se vive en el resto de la capital en los últimos años

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De nuevo, la distancia que separa la propaganda del Ayuntamiento de Cádiz y la realidad cotidiana es abismal. Como si se tratara de una cruel broma, la promesa de Kichi de devolverle la alegría a las zonas más deprimidas de la ciudad no ha surtido ningún efecto más que llevar a sus vecinos a la desesperación y a la melancolía. Y es que pese a las proclamas de la formación de izquierdas que sustenta al alcalde de que serían los barrios y las zonas más deprimidas las que más recibirían las mejoras de la ciudad, lo cierto es que están más abandonadas a su suerte que nunca. Y sus vecinos son tratados como ciudadanos de segunda a tenor de los servicios que reciben.

Es la distancia entre lo que se dice, lo que se escribe en redes sociales, y lo que finalmente se acomete. Cuando la Junta de Andalucía planteó un cambio en el PGOU para ganar más terreno para la Ciudad de la Justicia, el alcalde lanzó su arsenal demagógico en redes sociales proclamando que el ente andaluz no quería llevar mejoras a los barrios obreros, que renegaba de levantar infraestructuras donde las rentas no eran altas y demás florituras sacadas de su magín. Sin embargo, esa retahíla de reproches no va aparejada a un compromiso real con los vecinos de la ciudad que viven en las zonas más olvidadas.

Si hace una semana era la plataforma de Eugenio Belgrano la que ponía el dedo en la llaga sobre el mal estado de los pisos de Procasa, ayer fue el Partido Socialista –apoyo aúlico de Adelante Cádiz– el que daba voz a los vecinos de Cortadura, cansados de que el abandono al que tiene sometido el equipo de Gobierno al barrio haya provocado, además de una suciedad y un estado de abandono inasumible, la proliferación de roedores. Cortadura, con la suciedad proliferando entre los bloques de pisos, constituye el ejemplo perfecto del estado de la ciudad, cada día más sucia y con un mantenimiento menos ambicioso. Pese a las retóricas y a las fanfarrias que llegan de San Juan de Dios, el mal estado de la ciudad es notorio y va a más en los últimos tiempos.

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