OPINIÓN

Comisiones de investigación

Ni comisión ni petición de responsabilidades, nada, ni disculpas siquiera, sólo la desafiante respuesta de sus autores

Enrique García-Agulló

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España se nos cae encima si no se pone pie en la pared de una vez. Unos van a una cosa y, otros, a la contraria. Desde los constantes intentos de separación de algunos territorios a la intransigencia de otros para que su lengua vernácula apague hasta la pobre cooficialidad que pueda quedar allí para la castellana. Pero no hay comisión. Los andaluces lo sabemos muy bien. Desde lo supremacista de llamarnos charnegos hasta ahora cuando abuelos y nietos empiezan a correr peligro de no entenderse. O por esa enfermera que ha sido sometida a un severo interrogatorio tipo policial desde las instituciones sanitarias locales. O hasta por ese reciente esperpento de TV3, (una televisión pública que sostenemos con nuestros impuestos todos los españoles, ¿eh?), cachondeándose de nuestra forma de hablar, que, bueno, podría tener un pase por eso de que nos riamos unos de otros y otros de unos, pero vilipendiando burdamente y con dinero público nuestras más íntimas, aunque multitudinarias manifestaciones de fe, sentimientos o creencias. Ni comisión ni petición de responsabilidades, nada, ni disculpas siquiera, sólo la desafiante respuesta de sus autores.

Don Juan Carlos ha anunciado que vuelve a España para participar en una regata y sí que se piden comisiones de investigación para investigar a un español que ya ha sido investigado por la Justicia no encontrándosele responsabilidad alguna lo que, al parecer, no convence a los eminentes juristas de la ley del 'sí es sí'. Don Juan Carlos viene a su patria, en la que en aquellos delicados momentos de 1975 o de 1981, por ejemplo, se manifestó públicamente por hacer lo imposible para devolvernos y reafirmar la democracia. Otra cosa es que su persona no guste a algunos, que ya sabemos que sólo se gustan a sí mismos, los que ponen fronteras entre ellos, «únicos demócratas», y nosotros, los demás, pobres mortales que, a lo que se ve, debemos seguir la 'metodología democrática' de sus opacos y tiránicos regímenes amigos. Don Juan Carlos está teniendo una vida tan larga en la que, en su camino, se le han cruzado engorrosas situaciones merecedoras de desafecto pero, apoyado en su muleta, saltó un día a los medios y nos pidió perdón a los españoles, cosa inusual en estos nuevos demócratas de cursillo acelerado que no piden perdón ni a rastras. Sigue siendo el viejo rey una persona respetada al que invitan y agasajan señalados personajes del extranjero y no sé por qué no va a poder venir a España teniendo como tenemos aquí presidentes autonómicos condenados, o en tiempo de juicio, y hasta uno al nordeste con un perpetuo procedimiento de investigación que nunca se acaba.

Alguna vez les he comentado mi desconcierto ante el desahogo de tantos políticos españoles, de cómo llegaron a la política y de cómo salen de la misma bien forrados. ¿Saben ustedes qué gana un profesor asociado de la Universidad? Pues eso, a ver si con esos emolumentos se pueden comprar esas casas o se les pueden abrir eso que llaman despectivamente 'puertas giratorias' que, cuando las cruzan para entrar, ya no las quieren empujar para salir. Ustedes conocen bien quiénes eran y de qué vivían y cómo viven ahora, así que, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Si hay que nombrar una comisión por la vuelta de Don Juan Carlos que sea para ayudarle en este tramo de la vida. Una buena atención médica y un hogar próximo a la familia donde residir en paz, como su antepasado, 'el primero de los Carlos', retirado del mundanal ruido, quizás, pero en esta España por la que tanto se arriesgó en aquellos primeros años de la democracia y en los que ni tan siquiera habían nacido estos actuales demócratas de cursillo acelerado.

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