OPINIÓN

Nuevo año, nuevas coplas

Mañana empieza un nuevo concurso y ojalá estas palabras puedan abrir un debate esencial para reconstruir

Cristina Braza

Cádiz

Con la llegada de un nuevo Carnaval, es conveniente que tanto el público, el jurado como los propios autores se planteen muchas y diversas cuestiones que, en buena medida, afectan al concurso. El Carnaval de Cádiz es un reflejo más de lo social y, por ... tanto, está en continua evolución o involución, según el criterio de cada uno.

Lo primero a lo que hay que apuntar es a la gran diferencia entre quienes utilizan el Carnaval como un medio más y quienes lo consideran como un fin en sí. La distinción entre quien entiende el Carnaval como un fin y no como un medio es muy clara. Normalmente, utilizar el Carnaval con el único objetivo de beneficiarse económicamente puede implicar no aportar nada nuevo, no arriesgar ni en repertorios, ni en tipos y, por supuesto, no apostar por una renovación, sino, más bien, continuar con una fórmula que, año tras año, funciona. Y la realidad es que funciona, tanto para agradar al público, como para meterse en el bolsillo a un jurado que se deja sorprender más por la pomposidad de un tipo y coplas volátiles que caducan esa misma noche, que por valorar letras revolucionarias.

Aunque es cierto que el objetivo de quien normalmente se presenta a un concurso es ganar o, al menos, conseguir la máxima calificación posible de su trabajo, hay muchos carnavaleros que focalizan y apuntan todo al fin que puedan obtener en el concurso, incluso, dejando al margen la propia esencia del Carnaval. No se trata de ganar el concurso como sea, mediante oportunismos, incoherencias e incluso la búsqueda de aplausos fáciles. Se trata precisamente de todo lo contrario, de alcanzar la victoria haciendo un Carnaval real, con letras y melodías que no tengan fecha de caducidad, de esas que perduran en la memoria de los aficionados y que siguen teniendo vigencia en la actualidad por más que pasen los años. De hecho, así es como se plantea el Carnaval los que lo entienden como un fin, con ese espíritu tan necesario de dignificación social, artística y cultural.

Y es que la realidad es la que es. Una manifestación sociocultural como es el Carnaval, en los últimos años, ha ido perdiendo progresivamente su esencia, es decir, ya solo unos pocos autores siguen manteniendo la línea de que el Carnaval de Cádiz es la voz subversiva del pueblo, y de ahí que solamente aquellos que siguen los preceptos carnavalescos sean los que brillan y se diferencian de la gran masa.

Mañana empieza un nuevo concurso y ojalá estas palabras puedan abrir un debate esencial para reconstruir, con los cimientos de quienes nos dejaron, una nueva visión del Carnaval de Cádiz.

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