Miradas sobre la pandemia

La Universidad confinada: evocaciones en la Complutense

¿Cuándo ha estado la Complutense tan solitaria y silenciosa?

Remigio Vela Navarrete

Esta primavera lluviosa y templada tiene los jardines y arbolado de la Universidad Complutense como pocas veces hemos podido disfrutar en años anteriores. Un largo paseo desde Paraninfo hasta la carretera de La Coruña, en el silencio que impone la total clausura de edificios y suspensión de actividades, permite comprobar la belleza primaveral de jardines y arbolado, y la limpieza conseguida con las últimas lluvias. Los jardineros han comenzado a cortar el crecido pasto que anuncia año de peligrosos y precoces incendios. Atardece cuando cruzamos la estatua de Los Portadores de la Antorcha , frente a la fachada de la Facultad de Medicina. En la subida hacia Paraninfo comprobamos que el Botánico, cerrado, no alberga ni un solo cedro del Líbano, cuando hay hermosos ejemplares en todo el recinto universitario.

Suele ser el atardecer, momento de gran tranquilidad en la vida diaria de los investigadores, cuando completan algún ensayo iniciado en la mañana, pero no se ve luz en las ventanas de los edificios de Biológicas o Ciencias. Sospechamos que más de un proyecto de investigación ha sido cancelado y recordamos la obsesiva persistencia del investigador en sus proyectos, incluso impidiéndoles dormir, o sentirse obligado a dormir en el laboratorio. Como ejemplo de la emoción motivada por el descubrimiento científico, cuentan el caso de Otto Loewi (1873-1961). Soñó el diseño del experimento que demostraba que la comunicación entre las neuronas era de tipo humoral, como proponía Cajal , y no eléctrica, como defendía Golgi , pero cuando despertó dudaba de lo que había soñado y al llegar al laboratorio lo había olvidado por completo. La segunda vez que soñó aquel exclusivo diseño estaba en el laboratorio y el ensayo se inició sin pérdida de tiempo, con tal éxito que recibió el Nobel de Medicina y Fisiología en 1936. Uno de los profesores de mi generación Fernando de Castro (1896-1967), propuesto para el premio Nobel a finales de los años 30, gozaba de gran admiración y respeto en el Claustro pero a sus discípulos, lo que más nos impresionaba, más que su esbelta y sólida figura profesoral, es que pasaba días y noches sin salir del laboratorio.

¿Cuándo ha estado la Complutense tan solitaria y silenciosa? Naturalmente tenemos que recordar los años 36-39. Había magnífica generación de jóvenes médicos, dispuestos a seguir la estela investigadora de don Santiago Ramón y Cajal . Muchos cancelaron proyectos, otros terminaron en el exilio y algunos salvaron de la catástrofe instrumental y proyectos. Carlos Jiménez Díaz había conseguido moderno instrumental de investigación y unos metros cuadrados en los edificios de la universitaria (1935). El material quedó atrapado durante el conflicto y finalmente recuperado y trasladado a la calle Granada (febrero 1940), donde con el título de Instituto de Investigaciones Clínicas y Médicas , se iniciaron investigaciones clínicas y de laboratorio, con tal atractivo, que una larga lista de jóvenes médicos comenzaron allí su carrera científica. Algunos de ellos venían de la Escuela y Catedra de Fisiología del Doctor Juan Negrín Lopez , formado en Alemania, carrera de medicina, de química y estudios post doctorales, que fue recibido en Madrid como el potencial continuador de la obra de Santiago Ramón y Cajal. Su laboratorio de investigación estuvo en los sótanos de la Residencia de Estudiantes , fuera de la futura Ciudad Universitaria donde actualmente se encuentra el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Consiguió con gran rapidez la admiración y seguimiento de numerosos jóvenes que cuando decidió dedicarse a la política (1931) engrosaron las filas de los alumnos de Carlos Jiménez Díaz. Los avatares políticos del doctor Juan Negrín son bien conocidos, y nunca más se ocupó de su esperada obra fisiológica que sin duda habría sido brillante, mantenida por algunos de sus excelentes discípulos, miembros de una escuela que le sobrevivió. Cuando el expresidente de la República muere en París en 1956, Carlos Jiménez Díaz ya había conseguido el Hospital docente e investigador, la actual Fundación Jiménez Díaz que durante más de 25 años fue la institución de mayor producción científica de España.

En la soledad y el silencio de la avenida Complutense se aprecia mejor que en días de prisas y tráfico la belleza de los edificios que la conforman, pero no veremos la Nueva Residencia de Estudiantes , completamente destruida durante la guerra. En esta obra, el primer edificio de la Ciudad Universitaria, participó con generoso mecenazgo el Doctor Gregorio del Amo , antiguo alumno de la vieja Universidad Central madrileña. El Doctor Gregorio del Amo, ha pasado a la historia por sus extraordinarios obras de mecenazgo entre las que se encuentran la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA) , la Universidad del Sur de California (USC) , varias instituciones culturales de Los Ángeles y numerosas donaciones durante la construcción de la Universidad Complutense . La fundación Gregorio del Amo ha financiado durante 50 años (1929-1979) el intercambio científico y cultural entre California y España con enormes beneficios científicos para gran número de investigadores. Queda como recuerdo de su generosidad y filantropía la calle Gregorio del Amo y el Colegio Mayor Jaime del Amo , su hijo. Y la estatua de Los Portadores de la Antorcha , escultura en aluminio, frecuentemente maltratada que simboliza la trasmisión de conocimientos entre generaciones, que en 1955, cuando fue inaugurada, simbolizaba la función de la Universidad. Es obra de la escultora Anna H. Huntington esposa de Archer M. Huntington fundador de la Hispanic Society of America y del entorno de amistades de Gregorio del Amo. La Universidad es hoy día algo más que la trasmisión de conocimientos y la investigación complementa el otro gran objetivo; la creación de conocimientos. En esta evocación histórica, de biografías paralelas y de generosos mecenazgos, desde la estatua de Alfonso XIII en el Paraninfo, jamás tan limpia como en esta primavera, nos atrevemos a recordar los terribles efectos que confinamientos de cualquier naturaleza y críticas irresponsables de mecenazgos, pueden afectar gravemente el itinerario y funciones de la investigación y el compromiso global de la Universidad.

* R. Vela Navarrete. Catedrático Emérito Urología UAM. De la Real Academia de Medicina de España.

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