Rosa Belmonte

El parchís y la butifarra

Por la mañana habíamos vistos a parejas de mossos llegando a los colegios y marchándose por donde habían venido, dejando allí a los okupas sediciosos

Algunos de los que pasaron la noche en los colegios habían estado jugando al parchís y a la butifarra, juego de cartas parecido al tute (baraja española, por supuesto). A las dos y cuarto de la tarde compareció Soraya Sáenz de Santamaría para decir que ni había habido referéndum ni apariencia de tal. Así que la gente, además de al parchís y a la butifarra, había estado jugando al referéndum. El Govern cambió las reglas de la gymkana, que para eso era suya. Hicieron igual que en ‘Más que baile’ cuando cambiaron las reglas del concurso para que ganara Belén Esteban, que era lo que la gente quería. Enric Vila, al que Ferreras tenía en su tertulia, dijo que “el referéndum es legal desde el punto de vista de la legalidad de Cataluña que se está formando”. Según esa legalidad de pacotilla, se podía ir a echar el papelito en cualquier Tupper habilitado de los que habían llegado, como las papeletas, en bolsas de basura. También se podía votar en papel de cartas de La gata loca. Sin censo, sin sobres, sin vergüenza.

Puigdemont tuvo que cambiar de Tupper, ya que la Guardia Civil no permitió hacerlo, ni a él ni a nadie, en su polideportivo gerundense. Durante la mañana se fueron sucediendo los votos y las fotos. Gente que hacía como que votaba tranquilamente y gente que topó con algún lío. De las cargas policiales (“firmeza y proporcionalidad”, dijo la vicepresidenta) salieron las instantáneas para distribución internacional. Una vieja sangrando. Otra (muy sonriente), llevada a rastras por las fuerzas de seguridad del Estado, a las que los mossos habían pedido ayuda por escrito. Contra esas imágenes tan simbólicas no hay “firmeza y proporcionalidad” que alegar. Por la mañana habíamos vistos a parejas de mossos llegando a los colegios y marchándose por donde habían venido, dejando allí a los okupas sediciosos . Eran la viva imagen de Romerales y María de la Encarnación, pero cambiando su frase: “Para fuera, Romerales”.

El bochorno electoral incluía rancios cánticos de “el pueblo unido jamás será vencido”, barricadas y vallas volando. Por otro lado, algunas balas de goma (y heridos). “Firmeza y proporcionalidad” frente a lo que más que más que el juego del referéndum a veces parecía algarada. Miquel Iceta ha cuestionado la actuación de la Policía y la Guardia Civil, como si la responsabilidad no fuera de los que han incitado a ir contra la ley. La represión no es más que el premio gordo para los sediciosos. Algo que ofrecer en el extranjero. Con eso Puigdemont y los suyos pueden acabar jugando al tute como Paco Rabal, Silvia Pinal y Margarita Lozano en ‘Viridiana’. O a la butifarra.

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