Miradas sobre la pandemia

Contra la «nueva normalidad»

Parece extraño que lo que es «normal» en una sociedad plural pueda determinarse (¿imponerse?) por medio de decreto, y por adelantado, en vez de constatarse a posteriori y por consenso social

Jacobo Ríos Rodríguez

Emmanuel Macron anunciaba el domingo 14 de junio la «aceleración» del desconfinamiento en Francia, con una vuelta anticipada a la normalidad en numerosas esferas, especialmente la vuelta obligatoria a los colegios el 22 de junio. Ello implica una voluntad recuperación de la normalidad lo antes posible. Mientras, del otro lado de la frontera, se sigue hablando de la «nueva normalidad», una curiosa invención hispánica para hablar del mundo post-confinamiento.

Esta noción no es puramente periodística: aparece explícitamente citada por una serie de normas jurídicas como el Real Decreto-ley 21/2020, de 9 de junio. Parece extraño que lo que es «normal» en una sociedad plural pueda determinarse (¿imponerse?) por medio de decreto, y por adelantado, en vez de constatarse a posteriori y por consenso social. Suena cuando menos pretencioso que tal concepto tenga el éxito que le ha sido destinado en España.

Viendo el día a día cotidiano de una ciudad de provincias francesa constato que la gente, aunque tiene más cuidado, intenta llevar una vida “como antes”, no “nueva”, sin tantos cambios en el día a día en la manera de relacionarse y de vivir cotidianamente, más allá de los necesarios de distanciamiento, que no tienen vocación de permanencia. Así se percibe en la calle, con los desconocidos, con los amigos, en las instituciones públicas y privadas, en el trabajo.

Francia y España se parecen más de los que pensamos. Creo y espero que lo mismo sucederá en España una vez la situación vaya mejorando y a los ciudadanos les quiten el antifaz de la «nueva normalidad», anteojos transparentes que simplemente no existen. Algunos responderán que es bueno recordar con esta noción a los ciudadanos que las cosas no pueden ser igual que antes, de momento. Cierto: hay cosas que cambian. Pero eso ha sucedido siempre en la Historia, sea por crisis económicas, de seguridad, o de cualquier otro tipo. O incluso sin crisis.

Ninguna normalidad es enteramente «nueva» pero toda es evolutiva, cambia poco a poco. La normalidad de hoy nunca es como la de ayer. Por ello es paradójico que se denomine «nueva normalidad» a la situación post-confinamiento, queriendo marcar así de manera artificial y extrema un antes y un después de la pandemia. Todo ello cuando nadie puede predecir el futuro: la «nueva normalidad» de ahora será probablemente una realidad distinta y puramente temporal.

Nadie quiere renunciar al «mundo de antes». Este volverá en cuanto felizmente sea posible. Mientras tanto, no es deseable que se imponga de manera vertical, desde arriba, una descripción de la situación que parece conllevar una renuncia a ese mundo. La «nueva normalidad» es una invención española en medio de una crisis mundial, y su aplicación tendrá poco recorrido. No olvidemos que la «normalidad» es la «cualidad de lo que se ajusta a cierta norma o a características habituales o corrientes». Si se trata de normas sociales, será la sociedad quien debe determinarlas y siempre a posteriori, a medida que evoluciona, nunca de antemano. Subyacente a esta noción criticable es posible percibir una pretensión autoritaria, poco disimulada, de nuestros gobernantes en la gestión de las relaciones sociales. De nosotros depende decidir lo que es normal y lo que no. Nunca el Derecho fue tan arrogante.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación