La factura de la crisis separatista

La incertidumbre política que ha desatado el proceso independentista en Cataluña puede acabar afectando a la recuperación que experimenta el conjunto del país en caso de que el actual clima de inseguridad se mantenga en el tiempo. Por el momento, las previsiones económicas para el presente ejercicio son positivas, ya que España crecerá por encima del 3 por ciento por tercer año consecutivo, a la cabeza de los grandes países europeos. En concreto, según las estimaciones que avanzó ayer la OCDE, el PIB nacional aumentará un 3,1 por ciento en 2017, tres décimas por encima del anterior pronóstico, pero este ritmo se frenará hasta el 2,3 durante el próximo año, en línea con los últimos cálculos del Gobierno, debido a la tensión catalana. Lo más preocupante, sin embargo, es que la confianza de inversores y consumidores podría caer «significativamente» en caso de que la incertidumbre persista en Cataluña, afectando con ello a la recuperación, tal y como alertó la OCDE.

Los efectos que ha dejado tras de sí la crisis separatista ya son visibles en Cataluña. Dicha autonomía sufrió el mayor descenso de ventas minoristas de toda España el pasado mes de octubre, tras caer un 3,9 por ciento interanual. También perdió más de nueve millones de horas de trabajo como consecuencia de las huelgas convocadas tras el 1-O, con el consiguiente daño económico que ello supone, al tiempo que la fuga de empresas hacia otras regiones ronda ya las 2.800. Como consecuencia, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) señaló ayer que Cataluña crecerá un 0,5 por ciento en el cuarto trimestre, casi la mitad de lo previsto inicialmente. El desafío separatista está saliendo muy caro a todos los españoles, pero, sobre todo, a los catalanes.