Fotograma de «Aim High in Creation!», el documental de Anna Broinowski en el que cuenta cómo se gestó su filme
Fotograma de «Aim High in Creation!», el documental de Anna Broinowski en el que cuenta cómo se gestó su filme - abc

Aprende con Corea del Norte a rodar películas de propaganda

La directora australiana Anna Broinowski se introdujo en el país para conocer las técnicas de filmación que instauró el mismísismo Kim Jong-il

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Anna Broinowski se arremangó y se puso manos a la obra. El proyecto de prospecciones de gas metano en un parque cercano a su casa en Sidney le tocó la moral y se decidió a llevar a cabo un proyecto delirante... que triunfó. La directora se fue a Corea del Norte, que no es que sea de fácil acceso (le llevó dos años conseguirlo), a aprender a crear una película de propaganda según los cánones de los mayores expertos del mundo. Recibió las enseñanzas pertinentes, creó su película y consiguió parar el asunto del fracking. Y además, de paso, realizó un documental sobre toda esta extravagancia, llamado «Aim High in Creation!», en el que se nos ofrece una visión de Corea del Norte diferente, sin ánimo de equidistancia porque: «No soy fan, es una dictadura».

Toda esta locura comienza en realidad cuando cayó en manos de Broinowski el manual de «El cine y la dirección», del Líder Supremo de Corea del Norte, Kim Jong Il, fallecido en diciembre de 2011. A raíz del proyecto de la multinacional para hacer las prospecciones en el parque de Sidney, comenzó a recabar apoyo ciudadano y se marchó a Corea del Norte, como hemos contado, durante tres semanas y media, en dos viajes. Su película muestra sobre todo cómo ruedan las películas los maestros norcoreanos. Un consejo de uno de ellos, Ri Ri Gwan Am, que le dice a Broinowski: «En su película hay un villano. No le digas que actué como malvado solo porque sea malo. Él debería pensar que está haciendo lo correcto».

La australiana se quedó muy sorprendida de la variedad del cine norcoreano, porque se esperaba que tratara de películas bélicas en su mayoría, como la estándar, que también se muestra en el documental, de un comandante que vigila una isla con sus soldados para protegerla del ataque de los estadounidenses. «No solo tienen películas militares, tienen un amplio rango con comedias románticas, pelis de monstruos, melodramas...», dice a ABC la directora australiana.

En la cinta se ve como los cineastas son una especie de élite que vive realmente bien. «Reflejo el respeto que tienen por los directores en Corea del Norte, son los afortunados, tienen privilegios», explica la autora. También se muestran los estudios centrales de Pyongyang, con sus escenarios llamados «Japón malvado», su «Europa imperialista» y su «Decadente Corea del Sur». Preguntado a otro director del país asiático si alguna película suya tiene alguna escena de sexo, éste le contesta a Broinowski que «no, que no es bueno para la educación de los niños».

Otra de las partes más interesantes del documental, sin lugar a dudas, son las escenas en las que se muestra la verdadera cara de los ciudadanos de este país. «Su fortaleza, su humor, su generosidad cuando un gesto equivocado te puede perjudicar, me enseñó algo», dice la autora en el metraje. «Si tengo que generalizar, ellos son similares a los surcoreanos, son amigables, honestos, apasionados, cálidos, divertidos. No es una sorpresa, son la misma gente que los surcoreanos», cuenta

La película cierra con un epílogo reflexivo: «El pueblo unido jamás será vencido es un eslogan edulcorado de un régimen brutal». Además la directora cuenta que los ciudadanos de Pyongyang viven mucho mejor que los que viven fuera de la capital, en la que como detalle pequeño pero revelador del supracontrol que hay sobre todas las cosas exitentes en el país por parte del Gobierno, una de las iluminaciones del Líder Supremo fue que en las hamburgueserías se prohibieran las sillas porque los norcoreanos podrían entretenerse charlando.

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