Cuarón, Iñárritu y Del Toro, juntos y nominados en los Oscar de 2007
Cuarón, Iñárritu y Del Toro, juntos y nominados en los Oscar de 2007 - reuters

El cine mexicano vive su segunda edad de oro: de Buñuel a Iñárritu

El triunfo de «Birdman» en los Oscar, un año después de «Gravity», devuelve el esplendor al país norteamericano

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«Un saludo a todos mis compatriotas mexicanos». Las palabras de Alejandro González Iñárritu, pronunciadas en una de sus tres incursiones en el escenario de los Oscar, para recoger sendos premios por « Birdman», hicieron sonar de nuevo el castellano en la gran ceremonia del cine mundial. Un año antes era su amigo Alfonso Cuarón, con « Gravity», quien utilizaba nuestro idioma en la gala y, más importante, se convertía en el primer director de su país en ganar un Oscar. Ni Buñuel alcanzó ese logro.

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El cine mexicano está de moda en Hollywood. Vive una segunda era de esplendor y reverdece los laureles que se quedaron mustios a finales de los años 50, después de 20 años de éxitos y reconocimiento.

Ya no están Luis Buñuel o Fernando de Fuentes, pero Iñárritu y Cuarón son dignos sucesores. Son las puntas de lanza de una filmografía que también presume de Guillermo del Toro, Amat Escalante, Guillermo Arriaga o Carlos Reygadas.

Cuarón fue el primero en llamar la atención. En 1991 estrenó « Solo con tu pareja», que hizo ruido en los premios de su país, los Ariel, y no tardó en cruzar la frontera para rodar en Estados Unidos «La princesita» y « Grandes esperanzas». Por esa misma época el prolífico Del Toro sorprendía con « Cronos» (1993), preludio de « Mimic», su primer filme en Hollywood.

Iñárritu tardaría un poco más en despuntar, pero lo hizo a lo grande: en 2000 dio un sonoro portazo con « Amores perros», junto a su guionista Guillermo Arriaga, que de paso situó en el mapa a Gael García Bernal. Este, junto a su colega Diego Luna, se pondría un año después en manos de Cuarón en la aclamada « Y tu mamá también».

Los trabajos posteriores de este brillante trío no hicieron sino confirmar lo que apuntaban sus prometedores inicios: « Hijos de los hombres», « 21 gramos», « El laberinto del fauno» y « Babel», por citar algunos ejemplos, lo atestiguan. Los tres, curiosamente, acudieron como nominados a los Oscar en 2007... aunque ninguno se llevó la estatuilla.

Ripstein, Arau, Novaro...

Pero no solo de esta «santísima trinidad» ha vivido el cine mexicano reciente. Arturo Ripstein es otro referente, con títulos como «El lugar sin límites», «Principio y fin», « Profundo carmesí» y « El coronel no tiene quien le escriba». Alfonso Arau lanzó en 1992 « Como agua para chocolate», que estuvo nominada a un Globo de Oro y un Bafta y gozó de un amplísimo éxito de taquilla. Un año antes, María Novaro presentaba «Danzón».

La lista se amplía con otros cineastas: Carlos Carrera, director de « El crimen del padre Amaro» (2002); Carlos Reygadas, triunfador en Cannes con «Japón», «Luna silenciosa» y « Post Tenebras Lux»; o Guillermo Arriaga, quien tras disolver su asociación con Iñárritu, con quien firmó sus mejores guiones, se lanzó a dirigir (« Lejos de la tierra quemada», 2008).

Primera época de oro

A la espera de lo que digan los libros de Historia, ya se puede barruntar una segunda edad dorada para la filmografía mexicana o a cargo de directores mexicanos. La que ya figura en las páginas sacrosantas del séptimo arte es la que arrancó en 1935 con el estreno de «Vámonos con Pancho Villa», de Fernando de Fuentes.

Se abría una era esplendorosa con un nombre por encima del resto: el de Luis Buñuel, que si bien nació en la localidad aragonesa de Calanda desarrolló en el país centroamericano una parte crucial de su trabajo. Allí firmó filmes como « Los olvidados», « El ángel exterminador» y « Simón del desierto».

Otro referente destacado fue Emilio «El Indio» Fernández, actor que evolucionó a director, triunfador habitual en los Ariel y reconocido también en Cannes con «La red» y en San Sebastián con «Pueblito». Sin olvidar a Julio Bracho, Ismael Rodríguez y Roberto Galvadón. Cineastas que trabajaron con estrellas como Dolores del Río, Pedro Infante, Jorge Negrete, Katy Jurado... y, por supuesto, Mario Moreno «Cantinflas», el actor de su país más conocido de todos los tiempos, con su cómico personaje, un Charlot a la mexicana, convertido en icono mundial.

Se suele aceptar la muerte de Infante, en 1957, como el cierre simbólico de esta fructífera etapa.

Un futuro prometedor

Con Iñárritu, Cuarón y Del Toro en plena madurez, el cine con sello mexicano semeja gozar de una salud incuestionable. El primero prepara «The revenant», con DiCaprio al frente. Al segundo, que se lo toma con calma tras deslumbrar con «Gravity», aún se le espera, más allá del piloto de la serie «Believe». El hiperactivo Del Toro estrena este año «Crimson Peak».

Y su relevo parece garantizado. Si Reygadas era elegido mejor director en Cannes en 2012, un año después repetía hazaña Amat Escalante, nacido en Barcelona, con « Heli». En la otra vertiente, la comercial, ahí está el éxito inesperado de « No se aceptan devoluciones», con el que barrió en Estados Unidos el hasta entonces presentador televisivo Eugenio Derbez. Nombres a los que sumar los de Gael García Bernal y Diego Luna, que a raíz de su trabajo con los grandes sintieron la llamada de la dirección y se han convertido en dinamizadores del cine de su país.

Un país que en Hollywood y el resto del mundo, cuando se habla de cine, puede gritar a pleno pulmón aquello de «¡Viva México!».

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