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«Sálvame», lo mejor de lo peor

La llamada de Pedro Sánchez al programa de Jorge Javier Vázquez dio pie a todo tipo de comentarios. ¿Sabía el socialista el número que marcaba?

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Decía Richard Plepler, máximo responsable de HBO, que el secreto de su éxito era vender «mierda de la buena». El directivo comparaba sus series con una droga. Jorge Javier Vázquez ratificaba en la reciente celebración del quinto aniversario de «Sálvame» que ellos eran «lo mejor de lo peor». La televisión puede ser, en efecto, como una droga, tan pura como la «meta» azul de Walter White o tan adulterada y eficaz como el producto que hace La Fábrica de la Tele para Telecinco. Desde su estreno en 2009, casi dos millones de personas se chutan sus dosis diarias, el 17,1% de cuota de pantalla. Su éxito no termina en la tele. En internet, la página del programa tiene 13 millones de usuarios únicos y en las redes sociales acumula este año dos millones de menciones, más del doble que en todo 2013.

Lejos de remitir, el consumo se extiende.

«Sigo manteniendo que en “Sálvame” estamos lo mejor de lo peor», insistía Jorge Javier en el «cumplelustro» celebrado en el teatro Lara, donde rememoró sus comienzos en «un plató pequeñísimo», a partir de la una de la madrugada. El presentador admitía que eran personas «sin ningún tipo de perspectiva de futuro», en las que no confiaban ni ellos mismos. El maestro de ceremonias de este circo señalaba que el suyo es «un mundo tan absurdo como todos nosotros», pero con un éxito que no le pasa por alto a nadie, menos aún a los políticos.

Esperanza Aguirre, pionera

Tras la intervención telefónica de Pedro Sánchez, muchos criticaron la oportunidad del gesto. ¿Sabía el secretario general del PSOE dónde llamaba? En realidad, ni siquiera fue pionero. Isabel Gallego, ex responsable de prensa de Esperanza Aguirre, cuenta que su jefa no dudó en intervenir en vivo hace años. «Son programas que tienen mucha audiencia y no te puedes permitir el lujo de callar si se producen críticas injustificadas. Cuanto antes reacciones, mejor», explica Gallego. El propio Sánchez afirmaba en otro programa de Telecinco, el de Ana Rosa, que «Jorge Javier es un referente social y transversal». «La cuestión no es si entré sino la razón por la que entré. Que sea noticia demuestra lo mal que lo ha hecho la política durante años. Lo haría mil veces», dijo.

El caso de «Sálvame» es llamativo porque el espacio ha sido muy denostado, salvo por los críticos, que alaban su formato revolucionario, la capacidad para dilatar el tiempo, de «cebar» noticias que no son tales, romper la cuarta pared y acompañar a su presentador en unos paseos imposibles por el plató. A su lado, cualquier magacín es antiguo, acartonado. Incluso los directores, Carlota Corredera, David Valdeperas y Raúl Prieto, pueden intervenir a la vista de todos para llamar la atención a algún colaborador.

Para muchos, por otro lado, el programa es el estandarte de la telebasura, se le acusa de incumplir los códigos de autorregulación y de ignorar el horario de protección al menor. Algunos no dejan de pedir su retirada; Carles Francino se negó a entregarle el premio Ondas. Al menos, ya no sufren el azote judicial de otras épocas. Han resuelto el conflicto de una manera única: inventaron sus propios famosos.

Óscar Cornejo, productor ejecutivo de La Fábrica de la Tele y principal responsable del programa junto a Adrián Madrid, no entra en demasiadas explicaciones sobre su criatura. «Está viva y evoluciona, es libre y ha fabricado su propio universo», dice. «El programa es más grande que nosotros y va a su aire», alega. Sobre la llamada de Sánchez, asegura que los políticos siempre les han seguido, de una forma u otra, «pero ahora se atreven a “salir del armario”». La expresión tiene su ironía; él mismo está casado con Jaume Collboni, presidente del PSC de Barcelona. «“Sálvame” siempre ha estado en la calle, con los ciudadanos. Ahora es la política la que se está quitando la corbata para acercarse a ellos. Y ahí nos encuentran», añade. «Cada tarde nos ven alrededor de dos millones de votantes y los viernes por la noche muchos más. Pero nosotros hacemos tele, no política».

«Aquí hay tomate», el origen

Cornejo y Madrid se conocieron en «Aquí hay tomate», primer programa del corazón en clave de parodia. La endogamia disparó luego la rentabilidad de la fórmula, con el leve coste de devorar a sus propios hijos. Los colaboradores se pelean, se insultan, se meten el dedo en el ojo de sus miserias, pero por más amenazas que se escuchen –«Al próximo que diga que he abandonado a mis hijos le meto una querella»–, todos conocen las reglas. Por el camino, sirve de promoción de otros programas, que a su vez generan nuevas camadas de colaboradores.

«Sálvame», de hecho, es otro «reality», el más salvaje, con la particularidad de tener concursantes casi perennes. «Le Monde» llegó a sacar a Belén Esteban en portada, con su corresponsal impresionada por el éxito de una «princesa del pueblo» pese a su «grosera forma de hablar y sus maneras rudas». En España, su desintoxicación fue un hito. Ni en «GH» el nivel de intimidad es tan bajo.

Cornejo prefiere comparar su programa con «Spiderman», porque «hay héroes, villanos, giros inesperados, belleza, acción y el final es feliz… Casi siempre». En opinión del productor, el éxito obedece a la «autenticidad». «Lo que sucede cada tarde es tan real como imprevisible. Puede sorprendernos incluso a nosotros». ¿Es todo cierto? «Si Jorge parece enfadado con alguien es porque lo está. Aquí nadie está obligado a tolerar a nadie», asegura.

Pero el presentador toma distancia. En Vitoria se desmarcó más de lo habitual: «Tiene mérito que te premien por hablar de Rosa Benito», declaró. En «Sálvame», por otro lado, se ayuda al público a sentir cierta superioridad, justo lo contrario que pensaría hojeando el «Hola». Es un inhibidor de envidia, sin famosos de relumbrón. Sus colaboradores son los primeros juzgados, por lo general sin compasión. «¿Sabes lo que me da escucharte? Vergüenza», decía no hace mucho Kiko Matamoros a Gema López.

Y a todo esto, en su página web, un reto que aterroriza: «¡Descubre tu cociente intelectual y compárate con los colaboradores de “Sálvame!”».

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