ECO DESTINO

Mira de Aire: Catedral natural bajo tierra

Considerada una de las siete maravillas naturales de Portugal, esta gruta cuenta con enormes cavidades de hasta sesenta metros de alto

Enormes salones y originales formaciones calcáreas Mira de Aire

Charo Barroso

En el Parque Natural de las Sierras de Aire y Candeeiros no existen ni ríos ni riberas. Sin embargo, este agreste paisaje poblado de rocas, fallas y escarpas alberga una variada y rica fauna en la que destacan dieciocho especies de murciélagos (símbolo del parque) que encuentran refugio en sus numerosas grutas. Porque la mayor riqueza de este ecosistema se encuentra escondida en su interior. Y créanme que es así, porque cuando uno llega a la pequeña localidad de Mira de Aire nada hace prever lo que podemos encontrar bajo su suelo.

En la puerta de un ajardinado complejo donde se ubica un moderno edificio nos espera Nuno Jorge, director técnico de Mira de Aire , también llamada cueva Moinhos Velhos (Molinos de viento viejos) Nuestra visita se produce tan solo unos días antes de la esperada reapertura tras el cierre provocado por la Covid-19, de modo que sin visitantes, y en absoluto silencio, tenemos el privilegio de adentrarnos en una de las catalogadas como siete maravillas naturales de Portugal.

Descenso de 110 metros

Mascarilla, desinfección de manos y, en especial ,de calzado a la entrada, y no solo para frenar los posibles contagios entre visitantes, sino también para evitar introducir nuevos virus en el delicado ecosistema de la gruta. Cuando se activan las luces la sorpresa es mayúscula. El conjunto de las grutas de Mira de Aire, junto con las Cuevas de Pena y Contenda, alcanza los once kilómetros, pero de ellos tan solo 600 metros de galería están abiertos al público. Suficientes, porque cada metro recorrido resulta una auténtica maravilla.

En la gruta hay recreaciones del descenso de los primeros espeleólogos Terabithia Stock

En esta catedral subterránea destacan sus enormes cavidades, como el Gran Salón, con sesenta metros de alto y cuarenta y cinco de ancho. Impresionante. O la Sala Roja que recibe el nombre del tono rojizo de sus paredes, debido al óxido de hierro. Mientras Nuno explica con entusiasmo la historia de esta gruta descubierta por casualidad en 1947, vamos descendiendo en espiral donde 683 escalones salvan el desnivel de 110 metros . Por ello, no es de extrañar que al final del recorrido sea necesario tomar un ascensor para volver a la superficie. Lejos de lo que cabría esperar no hace frío y la temperatura es agradable y constante durante todo el año.

Las estalagmitas y estalactitas brillan a la luz de las luces que iluminan también las originales formaciones calcáreas que encontramos en este viaje hacia el centro de la Tierra. Destacan por su vistosidad la llamada Medusa, el Órgano, La boca del Infierno o el Marciano y solo en los metros finales logramos escuchar el sonido del agua que discurre entre las rocas hasta conformar, al final de la galería, el Gran Lago, que recoge las aguas de los arroyos y del Río Negro .

Nuno Jorge conoce esta cueva como la palma de su mano (o incluso más), desde pequeño le maravilló visitarla y estudió Turismo solo para poder dedicarse a enseñarla y conservarla, y eso lleva haciendo más de catorce años. En uno de los tramos del recorrido destacan los restos de mamíferos cuaternarios: huesos de lince y de un venado que con toda probabilidad cayeron por algún acceso y quedaron atrapados para siempre. Como atrapado queda cualquier persona que visite Mira de Aire.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación