EDUCACIÓN AMBIENTAL

Los expertos alertan del déficit de Naturaleza entre los niños

La labor docente, clave para despertar la conciencia ecológica en los más pequeños

«Educar también es enseñar a plantar flores o a cuidar una tomatera», señala el psicólogo Javier Urra

D. Moreno

Hoy, 20 de noviembre, se celebra el Día Universal del Niño , fecha que conmemora la aprobación de Naciones Unidas de la Convención sobre los Derechos del Niño, en 1959. Esta declaración recogía los derechos humanos básicos de los niños: el derecho a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra las influencias peligrosas, contra el maltrato y la explotación y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social. Sin embargo, el derecho de los niños a un medio ambiente sano no ha sido una realidad, como prueba que 1,7 millones de niños menores de cinco años mueren cada año a causa de la contaminación del aire y el agua, la exposición a sustancias tóxicas y otros factores medioambientales . Por eso, en los últimos años ha surgido una corriente de opinión a favor de incluirlo entre las prioridades de los derechos de la infancia.

Las condiciones ambientales representan un riesgo para el derecho a la salud, para poder vivir en un entorno propicio. La contaminación del aire en las grandes ciudades repercute de manera más negativa en los menores. Los daños ambientales generan además discapacidades y una mortalidad precoz. Estos factores suponen un peligro para el futuro de niños y jóvenes. Todos tenemos derecho a un medio ambiente, pero la infancia y adolescencia, como grupo vulnerable, todavía más si cabe. Henriette Ahrens, directora adjunta de Programas de UNICEF, ha manifestado en distintas ocasiones que las crisis ambientales y climáticas son también crisis de derechos de la infancia.

Así, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó en noviembre del año pasado una resolución histórica con el propósito de incluir el derecho a un entorno saludable como parte integrante de los derechos del niño, en el que se considera la educación ambiental como un factor determinante. La resolución insta a los Estados a tomar medidas para garantizar los derechos del niño y de las generaciones futuras relacionados con los daños ambientales y hace un llamamiento a la formación de docentes para que se imparta una enseñanza eficaz sobre las cuestiones y los desafíos ambientales.

Docentes, referentes para despertar la conciencia ecológica

Precisamente, el despertar de la conciencia ecológica tiene mucho que ver con la docencia. El estudio Jóvenes, educación y medioambiente, realizado por «More Than Research» para Naturaliza el pasado año, revela que uno de cada tres jóvenes asegura haber tenido un maestro que le ha marcado en el respeto y cuidado del entorno. El 61% de los encuestados revelaron que la educación sobre medio ambiente es primordial en la enseñanza, actitud que reivindican expertos como Javier Urra: «El colegio es el fonendoscopio de la realidad. Muchos niños de las grandes ciudades viven en lugares muy cerrados y eso genera mucha ansiedad, mucho estrés, mucha angustia, mucho enfado. Hay que dedicar tiempo a admirar un hormiguero. Educar también es enseñar a plantar flores o a cuidar una tomatera».

Las aulas se convierten en un lugar idóneo para que los profesores divulguen el amor por el medio ambiente, con mucha información, lo que propicia el nacimiento de la conciencia ecológica en los más pequeños. Este aprendizaje teórico más las salidas a la naturaleza contribuyen a generar en los niños una sensibilidad especial con el entorno, una nueva escala de valores.

De hecho, son las salidas al campo y las visitas a las granjas escuela las actividades que más impactaron a los jóvenes españoles durante su etapa escolar, según el estudio de «More Than Research». Los espacios exteriores se convierten en importantes herramientas docentes, aspecto que fomentan programas como Naturaliza, que también incide en la formación y recursos a los docentes para ayudarles a llevar la educación ambiental a sus alumnos y alumnas.

En línea con esto, el psicólogo y pedagogo Javier Urra, director de la clínica y programa de atención terapéutica especializada en la salud mental infanto-juvenil Recurra-Ginso, alerta sobre el déficit de naturaleza entre los más pequeños: «Un déficit que estamos viendo los psicólogos infantiles es el de naturaleza». « Los niños tienen que ir al campo -explica-, notar el olor al verde del césped, de la humedad de la tierra, porque somos animales racionales, con capacidad de reír, de llorar, de imaginar, de tener nostalgia, de expresarse con el lenguaje«.

Porque el contacto con el entorno es importante para salud, necesitamos la naturaleza para estar sanos tanto física como mentalmente. «El ser humano es un ser animal que precisa de la naturaleza -comenta Javier Urra-. Hay que educar en lo esencial, en la persona, en el tú, en el otro, porque el resto nos vendrá dado. Está muy bien tener pantallas, tecnología, pero eso son herramientas. La esencia del ser humano es otra».

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