ODS

La educación ambiental en el 'aula 2030'

D. Moreno

El 25 de septiembre de 2015, la Asamblea General de la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, un reto para emprender un nuevo camino de mejora de las condiciones de vida de todos los países. Se han cumplido seis años desde que, en enero de 2016, 193 líderes mundiales unieran sus anhelos y su compromiso para cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y así erradicar la pobreza extrema, luchar contra la desigualdad y la injusticia y frenar el cambio climático, entre otros desafíos.

Uno de ellos es el recogido en el ODS 4, que habla de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos . La educación dota de las mejores herramientas a niños y jóvenes para salir de la pobreza. Tarea titánica, porque en 2018 cerca de 260 millones de niños estaban sin escolarizar, lo que representa un 20% de la población mundial de ese grupo de edad. Toda la sociedad debe estar implicada en el cumplimiento de estos objetivos: instituciones, sociedad civil, medios de comunicación, sector privado… En este futuro cercano del 'aula de 2030' cobra especial protagonismo la educación ambiental, conectada con muchos de los otros ODS . El desastre climático, la degradación del medio ambiente o la pérdida de la biodiversidad son algunos de los problemas a los que se enfrenta la humanidad y que deben figurar en las materias de conocimiento en los escolares desde el principio. Pero también en la formación de valores, porque los desafíos que tenemos delante como sociedad nos incumben a todos.

Transformación de la sociedad

¿Pero cómo tiene que ser la educación ambiental en 2030? Los expertos coinciden en que la educación debe actuar como una palanca que contribuya a la transformación, que permita la acción individual y colectiva con el objetivo de cambiar la sociedad y el planeta.

Javier Benayas, catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Consejo Asesor de la Red Española de Desarrollo Sostenible (REDS), explica a ABC cómo tendría que ser el 'aula de 2030': «La educación debería ser menos conceptual, más basada en habilidades y destrezas, más centrada en la solución de los problemas que en los procedimientos. Las habilidades para solucionar los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad o el individuo no se aprenden con un teléfono móvil. Son aprendizajes que deben enseñarse en las aulas a todas las edades, incluidas Secundaria, Bachillerato como Universidad. Y las programaciones universitarias deben centrarse cada vez más en los 17 grandes problemas a los que se enfrenta la Agenda 2030» . La Red Española para el Desarrollo Sostenible promueve la cultura de la sostenibilidad en todos los ámbitos, con un particular foco en la comunidad académica, y realiza informes del seguimiento de esos objetivos.

El desarrollo de la educación ambiental de aquí a 2030 y a partir de la próxima década es una preocupación de todos los actores del sector. El pasado 3 de agosto, el Consejo de Ministros dio a conocer el Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad (PAEAS). El objetivo es «impulsar un cambio cultural que permita responder adecuadamente a los retos socioambientales contemporáneos de forma coordinada, participada y con corresponsabilidad institucional y social».

Más acción

Sobre cómo debe hacerse, Benayas comenta que la clave reside «en que la educación tiene que dar un paso hacia la acción». «A mí me gusta siempre poner un símil -dice-. Cuando una persona está enferma, se le da una medicina. Y en esa medicina está la píldora y el prospecto. La píldora es la acción, lo que te permite enfrentarte a esa enfermedad. Y el prospecto es la educación, dónde te cuentan cómo usar la píldora. Si damos prospectos sin dar píldoras, no sirve para nada. Si damos píldoras sin prospecto, se puede hacer un mal uso de la píldora. Por eso critico que en educación ambiental en las últimas décadas quizá hemos dado muchos prospectos y pocas píldoras. Ahora tenemos que educar sobre sostenibilidad. Pero educar sobre sostenibilidad es educar sobre acciones concretas cotidianas» . Muchas actividades llaman a la acción educativa para llegar de lo universal a lo cotidiano. La conexión entre asignaturas y el entorno que promueve Naturaliza, proyecto de educación ambiental auspiciado por Ecoembes, es uno de esos ejemplos de acción concreta.

¿Y cuál es aquí la función de los docentes?

El papel de los docentes resulta fundamental en la educación ambienta l. El reciente estudio La educación ambiental en el entorno familiar, realizado por More Than Research para Naturaliza, el proyecto de educación ambiental de Ecoembes, revela que e l 78% de los padres y madres creen que los profesores tienen un rol importante en el cuidado del medio ambiente. A juicio de Benayas hay que dar pasos para mejorar el sistema educativo: «La docencia no puede estar basada solo en contenidos y la enseñanza tiene que ser más interdisciplinar. Quizá deberíamos empezar a elaborar asignaturas más transversales que nos permitan, por ejemplo, abordar el problema del agua desde la biología, la geografía, la economía y el derecho, para poder comprenderlo de una forma integral. Las áreas de conocimiento que existen en la actualidad proceden de la Grecia clásica, pero el mundo ha cambiado mucho». Precisamente l a educación ambiental es un modelo que puede servir de base para la creación de asignaturas transversales.

El papel de la Universidad

¿Se están aplicando los ODS, especialmente el 4, en el ámbito educativo? Sostiene Javier Benayas que, aunque hay iniciativas en Primaria y Secundaria, es en la Universidad donde se están dando los pasos más interesantes: «La Universidad ha cogido como bandera el tema de la agenda 2030 de los ODS. L a Universidad Politécnica de Madrid, por ejemplo, ha montado una estructura de cambio tanto en docencia como en investigación en torno a los ODS creando grupos interdisciplinares entre distintas escuelas y distintas áreas de conocimiento. La Universidad del País Vasco ha impulsado un sistema de evaluación de unos indicadores para hacer seguimiento de cómo se van cumpliendo los ODS. La Conferencia de Rectores (CRUE) ha creado un observatorio de seguimiento de los ODS en las universidades españolas. Y en la Universidad Autónoma de Madrid hay un foro de estudiantes, profesores y personal de administración y servicios para definir una agenda de compromisos. Quizá faltan recursos. Espero que algunos de los fondos que vienen de Europa lleguen a las universidades».

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