La víctima de origen dominicano yace en el suelo tras sufrir una herida mortal en una reyerta
La víctima de origen dominicano yace en el suelo tras sufrir una herida mortal en una reyerta - telemadrid

Noche de cuchillos asesinos

Dos hombres mueren desangrados tras ser agredidos en dos reyertas en Villaverde y Carabanchel

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Baño de sangre en la capital. Así comenzó la jornada del sábado en la que dos hombres de 35 y 31 años, de origen dominicano y hondureño, fueron asesinados a cuchilladas en el transcurso de dos reyertas que se desencadenaron en los distritos de Villaverde y Carabanchel, respectivamente. Murieron desangrados a consecuencia de las gravísimas heridas sufridas en el pecho, a la altura de la clavícula. Quienes las realizaron, sin duda, querían acabar con sus vidas.

Lo mismo trataron de hacer con otros dos hermanos, de 33 y 37 años, también dominicanos, quienes resultaron heridos de gravedad en el primer suceso. La Policía, que investiga ambos crímenes, descarta, en principio, que estén relacionados.

El primer episodio se produjo poco antes de las 03.45 horas en el distrito de Villaverde Bajo cuando la Policía Nacional y Samur recibieron un aviso alertando de una pelea multitudinaria por causas que se desconocen.

Todo comenzó cuando se toparon dos grupos compuestos por españoles y suramericanos, según explicaron fuentes policiales. El encontronazo acabó en una auténtica batalla campal en la calle de Benita López en la que participaron una veintena de personas, a decir de los testigos. Según explicaron algunos, la pelea empezó un parque cercano, muy frecuentado los fines de semana por los amantes del botellón; otros, precisaron que la trifulca se inició en el exterior de un bar de copas donde una de las pandillas se suele reunir.

Botellas rotas y machetes

Lo cierto es que unos comenzaron a perseguir a los otros. Todos iban armados: portaban botellas de cristal rotas y machetes –según quienes lo vieron– y la carrera acabó unos 300 metros después (en el número 24 de la calle de Benita López), en la puerta del bar Carrasco de forma trágica. Ahí, el Samur halló tendido en el suelo a la primera víctima: el ciudadano dominicano de 35 años. Sufría una pérdida masiva de sangre y tenía una herida muy profunda y de grandes dimensiones debajo de la clavícula que le había afectado la parte superior izquierda del pecho y seccionado varios vasos sanguíneos.

Estaba en parada cardiorrespiratoria y, a pesar de los esfuerzos de los médicos del Samur, que le estuvieron reanimando durante media hora, nada pudieron hacer por su vida, informó un portavoz de Emergencias Madrid. A pocos metros estaban los hermanos, con cortes profundos y aparatosos en la cabeza. El menor fue apuñalado, además, en la axila y en el tórax, con afectación pulmonar y fue ingresado en el Gregorio Marañón. El mayor presentaba una herida penetrante en la parte baja del abdomen, en un lateral. Fue evacuado hasta el Doce de Octubre. Al parecer ambos eran empleados o responsables del bar Carrasco y tenían relación con el difunto. En el local colocaron un cartel que decía: «Cerrado por defunción».

Apenas tres horas después –a las 06.50 horas–, otra riña se desataba en el interior de una vivienda situada en el número 2 de la calle de Ramón Saiz (Carabanchel), según explicó un matrimonio residente en el inmueble a ABC. En el transcurso de la misma, Ronald M. H., hondureño de 31 años resultó mortalmente herido.

Pidió auxilio en un bar

En un intento desesperado de salvar su vida pudo huir y salir a la calle, en donde pidió auxilio en un bar cercano. Poco después acabó desplomado en el suelo en la vía pública, indicaron fuentes policiales.

Cuando llegaron los servicios de Emergencias estaba en estado crítico en medio de un gran charco de sangre. Presentaba una lesión similar al asesinado en Villaverde: una herida de arma blanca de grandes dimesiones, penetrante y con desgarros, como si se la hubieran asestado con un hacha o similar, según fuentes de la investigación. Esta le afectó el tórax, a la altura de la clavícula izquierda que le rompió la arteria subclavia.

Su vida pendía de un hilo. Los sanitarios del Samur le taponaron la herida y lograron que se recuperara de la parada cardíaca que sufrió. Nada más llegar al Doce de Octubre le realizaron varias transfusiones. Sin embargo, murió poco después en la mesa de operaciones de un paro cardíaco, indicó.

«Este es un barrio tranquilo, aunque en los últimos dos o tres años han aumentado los robos», precisaron varios vecinos.

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