Caso Escámez
El Gordo de Navidad del escándalo
Sevilla fue víctima en 1951 de la mayor estafa lotera de la Historia
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A las diez menos seis minutos de la mañana del 22 de diciembre de 1951 , cuando no había pasado ni una hora del inicio del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, los niños de San Ildefonso Félix Velinañi y Enrique Luis Pardiñas cantaban el esperado Gordo. Correspondía al número 02704 y el premio se elevaba a los 75 millones de pesetas. La alegría se desbordó en las administraciones madrileñas de la calle Alcalá, 120 y de la Puerta del Sol, en Santander y en la Costa del Sol. También en Sevilla . Una de las series se había vendido en la Administración de La Europa , en el barrio de la Alameda.
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El premio estaba muy repartido y de él se iban a beneficiar muchas familias humildes que aquel día celebraban su buena suerte. El lotero que regentaba esta Administración del número 15, Miguel Escámez , había dividido la serie en participaciones de una peseta y así había sido expendida en la ventanilla y por vendedores callejeros.
Empleadas de hogar, vecinos de la calle del Valle, enfermeros del manicomio, dependientes, empleados de la Administración, una mendiga, el popular banderillero Bombita IV... ABC se hacía eco al día siguiente de los numerosos afortunados de Sevilla . No podían ni imaginar que días después comenzarían a descubrirse irregularidades y su ilusión se trocaría en desesperación. «La Administración de La Europa había expedido 2.000 participaciones más del número 2.704, premiado con el "Gordo" de Navidad », informaba el ABC de Sevilla el 2 de enero . El suceso de la lotería del siglo heló los sueños de aquellos desafortunados.
Escámez no solo había dividido en participaciones de a peseta el 02704 del Gordo. En noviembre de 1951 había encargado en una imprenta de Triana 120.000 impresos de participaciones de peseta de los treinta números asignados como fijos a la administración , entre ellos el 02704 y también el 02703 premiado con aproximación y centena. Las pusieron a la venta con el nombre de Miguel Escámez, único depositario, el número del billete y la fecha del sorteo, sin que la gente que las compraba advirtiese o pusiera reparos en que se había omitido el número de foliación, garantía de que la cifra de participaciones no excedía del fraccionamiento permitido por cada billete, y por tanto, de que el valor de éste cubría la cuantía del premio.
El 22 de diciembre, mientras la alegría se extendía entre los supuestos agraciados, Escámez y sus dos empleados -Manuel Barba y Antonio García- se encontraron ante una realidad con la que no habían contado, por remota ( «¿Pero quién iba a pensar que el 2.704, con lo feo que es el número, iba a estar dentro del bombo?» , le dijo Escámez a la Policía cuando fue arrestado). Convinieron en que Manuel Barba afrontase la situación, asumiendo el papel de único responsable por su situación más modesta y su mal estado de salud. Siguiendo este plan, Escámez presentó una denuncia contra su empleado, mientras en la administración se iban pagando las participaciones con los 15 millones cobrados del premio, intentando cubrir las apariencias. En estos días los procesados se apoderaron además de grandes cantidades de dinero, que ocultaron.
Pero tanto Escámez como Barba y García fueron detenidos . La Policía emitió una nota citando a comparecer en la comisaría de la calle Peral a todo el que tuviera alguna participación . Se formaron largas colas. «Ya ven ustedes, yo creía que tenía unas participaciones del Gordo y lo que tengo son unas participaciones de un pleito», comentaba a los periodistas un empleado municipal con gracia. Había quienes habían pedido créditos y ahora se encontraban sin nada.
Las escenas dramáticas entre los agraciados se multiplicaban: la madre que creyó poder pagar con su suerte el tratamiento de su hijo enfermo, los modestos campesinos que se habían trasladado en camiones desde Villamanrique para cobrar y se encontraron con la triste noticia, los tenderos que adelantaron género a futuros cobradores del Gordo y que se encontraron en la ruina... En la pizarra de La Europa, donde a finales de diciembre se anunciaba en letras grandes que allí habían tocado 15.000.000 pesetas, una avispada mano había borrado los primeros números, dejando solo los ceros .
Manuel Ramírez, que detalló los pormenores del caso Escámez en una serie publicada en el ABC de Sevilla en 1980 , contó que pronto fue conocido en toda Sevilla un curioso cálculo . «Era una simple operación aritmética por la cual se decía: el señor Escámez lleva en el negocio de la Lotería cincuenta y dos años, y precisamente en el año cincuenta y dos es cuando se ha descubierto el lío que ha formado. Multiplicando 52 por 52, la cifra resultante era exactamente 2.704, el número "agraciado" con el "Gordo"...»
Solo la desgracia de los «Matatías» regocijó a los sevillanos. Los usureros que compraron participaciones con un margen de entre quinientas y mil pesetas se encontraron sin «la tajá del león» que esperaban. «La mayoría, por supuesto, no se atrevió a presentarse en la calle Peral a denunciar la "estafa" que le habían hecho», apuntaba Ramírez.
El lotero Escámez fue condenado a 22 años de prisión , sus empleados García y Barba, a 8 años y otros implicados como encubridores a penas menores. Escámez salió de la cárcel al poco tiempo por razones de edad. Marchó a Madrid, donde falleció. Setenta años después, aún estremece en Sevilla el caso Escámez y la historia de aquel Gordo que, como decía Antonio Burgos , para una vez que cayó, fue un escándalo .
