Gas radón: el enemigo en casa

Galicia es una de las comunidades de riesgo por las altas concentraciones de radón que se registran en sus viviendas

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Es un enemigo incoloro, inodoro, insípido e invisible, pero el gas radón está presente en un buen número de viviendas gallegas que sobrepasan de largo los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Detrás de las altas concentraciones de radón que se registran en la geografía gallega —con especial incidencia en la capital y concellos periféricos y en las provincias de Orense y Pontevedra— está la naturaleza granítica de sus suelos, que exhalan el gas que más tarde se acumula en las casas «como si se tratase de un invernadero». El peligro de estas partículas —explica el doctor Juan Barros, al frente del Área de Medicina Preventiva de la USC— radica en las mutaciones que provocan en la mucosa broncopulmonar de las personas.

Científicamente, ahonda el experto, «la relación entre la exposición al radón y el cáncer de pulmón es innegable y lleva décadas probada».

En el caso de la población no fumadora de Galicia, este gas radioactivo es el primer causante de los tumores de pulmón. Entre los fumadores, es la segunda causa de cáncer. Las estadísticas que maneja la USC también revelan que, unidos, el tabaco y el radón están tras el 45 por ciento de los cánceres pulmonares. Los estudios se encaminan ahora a descubrir la relación entre este gas y los tumores de esófago, pero por el momento «sólo podemos hablar de indicios porque no contamos con evidencias científicas», explica.

Aunque no existe un acuerdo internacional a propósito de los niveles de riesgo, en Galicia se toman como referencia los 200 bequerelios por metro cúbico que marca la Unión Europa, pese a que los investigadores gallegos advierten que la barrera debería ser aún más baja. Para la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (donde el radón es la causa del 14 por ciento de los cánceres de pulmón) esta limitación desciende hasta los 148 Bq/m ³ . Sea como fuere, los expertos del Grupo de Radón de la USC afirman que en muchas de las viviendas gallegas en las que realizaron mediciones se sobrepasaban los 2.000 bequerelios e incluso los 7.000, «con picos —matiza el profesor Barros— de más de 20.000 en un domicilio que medimos en Orense, por ejemplo».

Falta de legislación

Pese a los riesgos que la acumulación de este carcinógeno humano provoca en quienes conviven a diario con él, la normativa a la hora de construir nuevas edificaciones sigue sin contemplar este peligro silente y no obliga a ningún tipo de medición al respecto. Los expertos dedicados a la medicina preventiva no se resignan, pero advierten que la entrada en vigor del nuevo Código técnico de edificación de la Unión Europea —que sí recoge esta problemática— no se hará efectiva hasta 2018. Entre tanto, además de apurar a las administraciones e informar sobre los riesgos de estas radiaciones, doctores como Barros realizan mediciones en domicilios y edificios públicos para localizar focos y neutralizarlos. Es el caso de dos institutos públicos del área compostelana en los que se detectaron niveles superiores a los permitidos. Para paliarlos, el laboratorio de Gas Radón de Santiago dio instrucciones para rebajar la tasa de concentración. La primera y más básica, explican, pasa por ventilar el espacio para romper el circuito de aire.

Un 18% de casas afectadas

Los arquitectos especialistas en la materia —muy pocos tienen en cuenta la emanación de radón en sus construcciones— abogan por sellar fisuras y grietas, aberturas de aireación en sótanos e incluso entresuelos en los que se acumula la mayor cantidad de las partículas que más tarde se difunden hacia los pisos superiores. En cuanto a las nuevas construcciones, las pruebas realizadas en varios países que presentan el mismo problema señalan el aislamiento de los cimientos a través de una capa impermeable como la solución más efectiva y asequible. Aunque la concienciación social sobre el tema todavía es escasa, en los últimos años sí se han realizado mediciones en distintas comarcas gallegas que dan cuenta de la incidencia de estas exhalaciones en algunos domicilios de la Comunidad. Un estudio realizado por la USC en un total de 3.063 casas gallegas refleja que en un 18,48 por ciento de los casos estudiados se detectaron niveles de radón por encima de los 200 bequerelios por metro cúbico.

El resultado va en la línea del ya obtenido unos años antes por el Consejo de Seguridad Nuclear, que apuntaba que el porcentaje de viviendas con una concentración de gas radón superior a los 400 bequerelios era del 11 por ciento en el territorio gallego.

Orense, la más perjudicada

Por provincias y — atendiendo a las pruebas realizadas in situ en concellos de toda la región— Orense encabeza la lista de áreas más afectadas por esta radiación. De 428 mediciones realizadas en esta provincia, un 25,47 por ciento dieron positivo por encima de los 200 bequerelios. En Pontevedra, con 714 domicilios inspeccionados, el tanto por ciento de afectación fue del 22,41 por ciento. En La Coruña, el porcentaje baja al 16,34 por ciento y en Lugo al 11,58. Por comarcas, entre aquellas en las que los niveles de radiación se disparan por encima del límite permitido para la salud humana están A Barcala, Muros, Santiago, Quiroga, Allariz, Baixa Limia, Terra de Caldelas, Verín, Viana, O Condado y O Salnés.

Con este mapa sobre la mesa, los expertos alertan y llaman a la sensibilización ante un enemigo silente, pero implacable: «A partir de 37 bequerelios ya hay riesgo de padecer cáncer».

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